178. La justicia es una puta cara, pero conmigo hace descuento.
Narra Ruiz.
El sol me pega en la cara como si me diera la bienvenida.
Una ironía más. De esas que me encantan. Como cuando alguien dice “libertad bajo fianza” y la cifra es tan ridícula que hasta un mozo del cabaret podría pagarla vendiendo tragos adulterados una noche buena.
Pero yo no soy un mozo.
Yo soy Ruiz.
Y estoy de vuelta, carajo.
No me pregunten cómo.
O, mejor dicho, sí pregunten, pero no esperen que se los diga sin cobrarles.
Esto no fue magia. Fue billete, presión, y un par de videos muy comprometidos de ciertas autoridades judiciales haciendo cosas que sus esposas jamás aprobarían. Ni sus maridos tampoco, porque sí, uno era juez y el otro... bueno, digamos que usaba toga por gusto y no por profesión.
—Señor Ruiz —me dice el comisario, con esa sonrisa falsa que solo dan los que tienen miedo—, sus papeles están en orden. Puede retirarse.
—¿No me va a desear suerte, comisario? —le contesto, mientras me acomodo el saco.
—Suerte… la va a necesitar.
—No, la suerte la necesitás v