Mi vida estaba cambiando por completo. Aquí, en esta mansión, nada es lo que parece. Las sensaciones que he tenido, el placer que tanto negué toda mi vida. Estaba viviendo en un mundo diferente a mi recatado pasado. Estar infiltrada en la mansión no era nada sencillo, mucho menos cuando el amor intenta azotarme cada día. Es por mi hermana, es por Marie. Debo seguir fingiendo que soy una de ellos, que me gusta vivir una vida de relajación plena y que nada me avergüenza. Mi hermana fue asesinada y el culpable todavía era desconocido. El responsable debía pagar y estaba en esta mansión, estaba segura de ello. Debo negarme al amor y a todas las tentaciones que hay aquí para averiguar la verdad. Aunque eso me cueste la vida.
Leer másTeresa
Observé mi entorno. El lugar antes me había parecido tan cómodo. Mi estación de control, me decía a mí misma. Mi oficina. Ahora, las cosas se habían complicado. Tenía que tomar una seria decisión antes de continuar con esta locura.
—Te traje la ropa adecuada. Sabrás que el lugar al que debes asistir es un sitio muy distinguido. —me dijo Carl, con su tono de voz amable de siempre.
Me miró con preocupación, cualquiera estaría así de preocupado por mí. Mi hermana mayor había muerto hacía un mes, todavía estaba de duelo. Tenía que hacer esto, era la única forma de encontrar la justicia que Marie se merecía.
—Gracias. He tomado ya la decisión. —dije, tratando de creerme mis propias palabras.
Carl tragó saliva, mirándome, con los nervios de punta. Supongo que hasta el último minuto había pensado que yo no seguiría adelante con el plan.
—Bien. Repasemos la información. Tienes tres sospechosos que estaban cerca de Marie. El último mes, ella estuvo en contacto cercano con Eduard Soth, Collin Smith y Daemon Racchio.
Recordaría esos nombres, aunque él no me los dijera. Porque eran los tres sospechosos por el asesinato de mi hermana. Yo lo sabía, la policía los identificó solo por sus nombres, la investigación había quedado en la nada.
Trabajaba hace cinco años en este programa de televisión de noticias. Era una periodista novata cuando Carl me recibió, dándome la oportunidad de trabajar haciendo entrevistas y reportajes pequeños. Con el tiempo, me fue dando la confianza de ir a las escenas más fuertes, que era lo que yo más buscaba. Ansiaba ver los detalles en los crímenes y conflictos, realizar las entrevistas adecuadas para que los problemas fueran resueltos.
Pero jamás creí que me pasaría a mí. Que yo sería la protagonista silenciosa de un crimen terrible. Mi hermana, Marie, había sido encontrada asesinada en un predio descampado en las afueras de la ciudad. En una zona cercana a un hotel residencial, donde los miembros eran selectos y adinerados.
No pude seguir pensando, Carl volvió a hablarme.
—Esto es delicado, Teresa. Solo nosotros dos sabemos de esta investigación paralela. La policía resolvió que no había culpables en el crimen por falta de pruebas. Por lo que lo que estamos haciendo no es legal. Una periodista no puede infiltrarse a sacar información en un lugar como este.
Lo miré fijamente, había confiado en mí cuando le pedí el trabajo hace tantos años, cuando yo no tenía experiencia. Ahora, se estaba arriesgando, ayudándome a desentrañar la injusticia de Marie. La información que Carl había conseguido era valiosa, era algo que ni siquiera la policía conocía.
—Los tres sujetos pertenecen a grupos adinerados del país. El hotel es su segunda casa. Son buenos amigos, hemos recibido información de que pasan allí una gran parte de tiempo.
Hice una mueca de desagrado.
—Porque es su guarida. Los mafiosos tienen hoteles donde el sexo es lo que pasa a cada minuto. No soy una tonta, sé que iré a un sitio lleno de lujuria. Tendré que soportarlo para lograr llegar al fondo de la verdad. —me mostré decidida, no era el momento de dudar.
Si no tenía la convicción de seguir, me devorarían. Yo soy una periodista, me repetí a mí misma, mi trabajo es encontrar la verdad, es meterme en lugares terribles porque nadie más quiere hacerlo. Yo debo ser fuerte.
—Allí olfatean el miedo. —la voz de Carl se tornó severa, él se estaba preocupando por mí.
—Lo sé. M*****a sea, sé que si actúo como una muchacha tonta se darán cuenta. Se que deberé cambiar toda mi jodida personalidad para encajar. Es la mafia, Carl, sé que tendré que meterme en la boca del lobo.
Estaba gritando, porque el miedo también latía en mi corazón. Marie estaba en un asunto turbio, peligroso, necesitaba saber porque la habían asesinado. Habíamos hablado un mes atrás, antes de su muerte, ella estaba tan llena de esperanzas. No podía comprender porque la vida había sido así de cruel con ella.
—Eres la mejor periodista que he conocido, Ter. Quiero que lo sepas. Y si algo malo parece que está por suceder, prométeme que vendrás corriendo, que escaparás, que dejarás todo este asunto atrás. —Carl me tomó de la mano, era como un hermano mayor para mí.
Él tenía una mirada sincera, sabía que solo quería asegurarse de que no pondría mi vida en peligro si la muerte era inminente. Lo miré a los ojos y le mentí.
—Te lo prometo.
No, era una mentira. Yo haría cualquier cosa por vengarme del maldito que haya asesinado a mi hermana. Habíamos sido siempre unidas, desde pequeñas. No habíamos tenido padres que nos cuidaran. Siempre nos habíamos cuidado la una a la otra. Nadie nos conocía, habíamos sido criadas en un orfanato sin recursos ni amor. Las dos habíamos tenido que luchar por nuestra supervivencia.
Abrí la caja que me trajo Carl, que estaba sobre mi escritorio. El paquete estaba envuelto en papel tissue de color crema. En el interior, había una falda de color azul oscuro. Mis caderas eran bastante prominentes, estaba segura de que esta falda no iba a llegarme a las rodillas como las que yo acostumbraba a usar.
El corsé que combinaba era de color blanco, como la nieve, con pequeños detalles brillantes en plateado. Me ajustaría demasiado. Toda esta ropa era totalmente nueva para mí. Siempre fui tan pudorosa que rozaba lo mojigata. No por elección, era porque así pude sobrevivir muchos años en el orfanato.
Mi secreto mejor guardado era que seguía siendo virgen, con veintiocho años. Nunca me había dejado llevar por los deseos. Es más, trataba de suprimir eso para siempre mostrarme fuerte e implacable.
Era la mejor manera de sobrevivir. Carl me observó mientras yo me vestía, eso no me daba vergüenza. Él no se sentía atraído por las mujeres y yo lo sabía desde hacía mucho tiempo. Era como un hermano para mí.
Me coloqué el corsé, el blanco contrastaba con el color verde oliváceo de mis ojos. Era tan apretado que mis senos se quedaban solo arriba, se veían redondeados y grandes. No quería mirarme al espejo, me ruborizaba de solo mirarme. La falda marcaba la curvatura de mi cadera y resaltaba lo estrecho de mi cintura.
Arreglé mi cabello, cepillándolo hasta que se vio negro y brillante. Me caía casi por la cintura, lacio en su totalidad. El maquillaje era sutil, pero mis labios tenían un color resaltante y provocador. Habíamos investigado cual sería la mejor apariencia para que yo imitara y lograra encajar.
El taxi llegaría pronto, tendría la entrevista con Stella en tan solo unas horas. La mujer me citó en el mismo hotel, después de enviarle mi curriculum con un nombre falso e información falsa. Sabía que tendría que mentir y mucho, fingir que era una persona totalmente diferente a la real.
LaurelesTeresaSi existiera un modo de describir la montaña rusa de sucesos que experimenté desde que ingresé a la mansión, definitivamente sería una historia curiosa de leer.En muchas ocasiones me arrepentí. Volvería a repetir aquella historia miles de veces más, por mucho dolor que me causara, porque la felicidad que ahora experimentaba era el final más hermoso que pudiera pedir para mí. Mi familia, había logrado formar mi propia familia, aunque yo no la tuve.No tuve padre y madre para criarme con amor, pero yo ahora podía criar con amor a mi hijo junto con mi esposo. Lo gratificante de su sonrisa no tenía precio, como me amaba incondicionalmente, sus ojos reflejaban ese amor incomparable con otra cosa en el mundo.A veces, en los momentos en los cuales nos enfrentamos a cosas que jamás hubiéramos imaginado, se abre una puerta para una experiencia increíble. Si no hubiera dejado atrás todo lo que creí que era, toda mi rigidez y mis creencias, no habría tenido esta familia maravil
RudezaNarradorMia se hallaba en el vestíbulo de aquella nueva casona, nunca antes había ido a ese lugar, cada minuto que pasaba allí sentía que iba a arrepentirse de esa decisión.En su cabeza tenía un sinfín de preguntas que no se resolvían. No tenía más alternativa que pedirle clemencia a él. Ahora que Daemon estaba fuera del juego y también Claire, no le quedaban opciones para huir. Cuando el matón de Claire la persiguió supo que no estaría a salvo por su cuenta.Lo necesitaba, maldita sea, cuanto lo necesitaba y lo odiaba por eso.Lo vio llegar por las escaleras principales, que llevaban una alfombra roja que las decoraba.—Hola Sophie. —saludó él, con los ojos entrecerrados, con un desdén que le dolió en lo profundo del alma.“Has vuelto a ser Sophie, la triste sumisa que se arrastra por un poco de afecto de su amo.” Se dijo a sí misma. Mia era su nombre verdadero, pero Sophie, era el que escogió cuando llegó a la mansión de Daemon.—Vienes a pedirme piedad. —Collin sonrió, co
PoVCLAIRELa espera sería agotadora, eso cualquiera lo sabía, vi a Scott partir y después de nuestra discusión, francamente dudaba en si lograría su objetivo. No quería pensar en lo que sucedería si Daemon nos tendía una trampa. Tenía que confiar en que haría lo que fuera por Teresa, porque la amaba, pero esa era la seguridad más penosa del mundo para alguien como yo.—¿Lo perdiste? —le había preguntado, al ver que el anillo de compromiso no estaba en su dedo.Susurré, no quería que nadie escuchara nuestra discusión. A pesar de que, últimamente, vivíamos discutiendo. —Lo siento. Lo recuperaré. —Scott me respondió cortante, sus ojos claros me enfocaron con algo de recelo.—¿Qué te ocurre ahora? —pregunté, perdiendo el hilo de la paciencia. Quise fingir que no lo sabía, aunque en el fondo si tenía una leve sospecha. Desde que volvimos de la mansión, cuando ocurrió todo y por fin nos libramos de Eduard para inculpar a Daemon. Él me había visto con Collin. Era un montaje, necesario, pe
—Mamá… —la voz de Luke llegó a mis oídos, se oía como un quejido bastante divertido.Me asomé un poco por la ventana para contemplarlo. Venía corriendo por la arena mientras los pies se le enterraban y estaba bastante bronceado por el sol. Siempre olvidaba llevar una toalla para secarse luego de nadar.Salí con la toalla en las manos y lo cargué para envolverlo. Todavía podía levantarlo, aunque creció mucho. Su cabello rizado también estaba repleto de arena y se sacudió.—¿Qué tal has nadado hoy, pequeño pez? —pregunté, sonriente.El soltó una risita. Sabía nadar desde hacía un año. Solo tenía permitido nadar con los otros niños en la parte playa del agua, donde apenas si les llegaba a las rodillas.Sentí el beso de Daemon en mi mejilla. Estaba tan bronceado que sus ojos resaltaban más, haciendo que su rostro se viera todavía más atractivo que de costumbre. Podía ver todos sus tatuajes porque no llevaba camisa, solo unos shorts de baño.—Papá… Tengo hambre… —se quejó Luke, haciendo un
No quiso decirme los detalles de su plan, ni siquiera una pista. No quería saber, a pesar de que no me agradaba la incertidumbre. Porque estaba harta de la mafia, del mundo criminal, de todo aquello que enredó a mi hermana y también a mí.—Mi hermana quiso destruirte también. —murmuré, no podía dejar pasar ese detalle. —¿Por qué no me lo dijiste?—No quería que tú me odiaras. —Daemon me observó fijamente. —No fue bueno que te ocultara tantas cosas.Una lágrima rodó por mi mejilla. Imaginé que hubiera sucedido si no lograba desenmarañar la verdad. Si caía en la trampa de Scott y de Claire y asesinaba a Daemon… Ellos se habrían burlado de mí, de mi hermana, de todo. Mi vida sería otra vez ser una sumisa en una casa de un mafioso, aceptando mi destino con Collin porque era mi única opción de sobrevivir.Llegamos a una casa en la ciudad pequeña que estaba cerca de la carretera. Supuse que era una de sus tantas propiedades de seguridad. Allí había todavía más hombres.Scott se refirió a qu
Salir de la carretera traería todavía más caos. Eso lo tenía muy en claro, a pesar de que mis esperanzas rozaban la fantasía. Si tan solo pudiéramos huir volando como las aves y no volver a ver a toda esta gente nunca más en la vida.—¿Qué sucede? ¿A quién has llamado? —mi voz estaba ronca por los nervios y de tanto gritar.Los tiroteos eran tan intensos, el sonido de los disparos, todo aquello hizo que mis oídos no dejaran de zumbar.—A mis aliados. A mis subordinados, he hecho las llamadas correctas, bonita. —besó mi frente con suavidad, tranquilizándome.—Ellos… Ellos estuvieron detrás de todo. —murmuré, todavía guardaba la rabia dentro de mí.Scott. El me engañó desde el primer minuto. Todo encajaba ahora. El mandó a matar a Eduard para poner a Collin en contra de Daemon. Claire, era su reina y planearon todo desde las sombras. Un complot impecable. Este mundo no dejaba de sorprenderme.Mi hermana. Ella había sido enviada por el mismísimo Scott para espiar a Daemon. Con ella comen
Último capítulo