134. Veneno bajo la lengua, fuego entre las piernas. (Tercera parte)
Narra Lorena.
El cuerpo de Ruiz se pega al mío con una naturalidad que todavía me desarma. Como si no hubiéramos estado huyendo de balas horas antes, como si yo no llevara entre las piernas el secreto que podría volarle la cabeza. Como si en lugar de ser su posible traición, fuera su refugio.
Sus piernas se enredan en las mías con ese dominio instintivo que tienen los depredadores cuando se sienten seguros. Y eso me asusta.
Porque si Ruiz está tan tranquilo, si duerme tan profundo… es porque cree que todo está bajo control.
Y cuando se despierte, y descubra que no lo está, que hay una pieza fuera de lugar, que su celular ya no está donde debería estar, ese cuerpo cálido que ahora se recuesta en mi espalda podría convertirse en un arma.
Y aún así… no puedo evitar cerrar los ojos y dejarme abrazar. No puedo evitar pensar en lo mucho que odio que me guste cómo huele. A pólvora, a cuero, a tabaco viejo y a algo más…
A hombre peligroso. A todo lo que no debería desear. Pero lo deseo, porqu