Con el peso extra aplastando mi estómago voy moviéndome. Me cuesta abrir los ojos. Hace demasiado calor y una respiración que no es la mía empapa mi nariz.
Parpadeo frunciendo el ceño, inmersa en la incomodidad de la somnolencia.
Todo luce borroso.
Todo se ve distorsionado.
Carraspeo bajito y sigo pestañeando hasta tener el presente tan claro como el agua.
Jackson está muy cerca. Su boca se encuentra a suspiros de mis labios y es su aliento caliente lo que se adhiere a la piel de mi rostro.
Está profundamente dormido. Apacible, tranquilo, aplanando mi diminuto cuerpo con su anatomía de Tarzán.
«Pero ¡qué sujeto más desagradable!»
El pelo le cubre mitad de la cara, su brazo, cuatro veces el tamaño del mío rodea mi cintura y su pierna me apresa sin consideración.
Achino la mirada analizando al ricachón que anoche sucumbió a los encantos de una vagabunda roñosa y sonrío complacida; muy complacida porque asumo que él ya cayó.
Se lanzó directo y se dejó atrapar.
Me volteo en la cama con s