JACKSON
Voy subiendo por el ascensor, viendo de refilón la bolsa de Apple que cargo.
Me convencí de que para estar conmigo, ella debe ser y lucir lo mejor de este mundo, por lo tanto, no puedo permitirme que la pillen con un cacharro cómo teléfono o peor, sin uno encima.
De mala gana me miro en el espejo.
Ofuscación y cara de culo es lo que me devuelve el vidrio.
«No te niegues las verdades» dice el reflejo.
«La quieres controlar, quieres saber qué es lo que hace a toda hora, quieres llamarla cuando te plazca y que ella te responda. Quieres bobearle cómo pendejo alzado y caliente. Quieres enviarle taradeces y quieres prenderla por videollamada cada vez que te toque tenerla lejos»
El elevador llega al último piso y al salir atiendo mi celular, que ha empezado a vibrar en el bolsillo de mi abrigo.
—¿Tienes novedades?
—¿Qué hiciste para que retirara la demanda?
Esbozo una maquiavélica sonrisa. Miranda accedió y esa es la mejor noticia de todas.
—Hice lo que toda mujer enamorada quiere qu