JACKSON
—Si no sales de arriba mío te voy a romper las muñecas.
En vez de menguar, la presión aumenta. La polaca juega con fuego; está descontrolada, muerta de rabia, ira y veneno… Y no piensa detenerse.
—En menos de lo que tratas… Te habré enterrado el cuchillo en la yugular.
El dolor empieza a incomodarme igual que su presencia.
La cabellera ondulada y azabache cae en cascadas y roza mi nariz. Su olor, el peso de su anatomía que en contraste con mi musculatura es nada… Todo de esta sucia rata me está generando incomodidad.
Sé que no me va a matar. Aunque tiente a su suerte de la misma forma que tienta a mi sistema… Ella no me va a matar. Genera demasiado la muy roñosa y siempre fue consciente de eso. Era plenamente consciente de que bajos los harapos y la sumisión había otra Novak. Una polaca revoltosa que hoy anda con ganas de hacerme frente.
—Me estás hartando —la agarro de las muñecas, doblando la que sostiene el cuchillo—. ¡Me estás tocando los cojones de verdad!
El corte cae y