MANSIÓN VÓLKOV
La mansión Vólkov no era una casa, común y corriente.
Era una fortaleza disfrazada de lujo.
Muros altos electrificados, vigilancia digital, diurna y nocturna, vehículos blindados ocultos entre pinos negros, y un personal que no hacía preguntas. Todo estaba perfectamente calculado para que nadie supiera quién vivía allí… y para que nadie sobreviviera si entraba sin permiso.
Darian la condujo por un pasillo subterráneo iluminado; no parecía túnel, más bien un centro de entretenimiento, con luces tenues. Al fondo, una puerta metálica con lector de retina.
—¿Estás segura de esto? —le preguntó él, con la mano sobre el panel.
Aelin no titubeó. Estaba segura de sí, misma.
—Ábrela.
La puerta se deslizó suavemente. Lo que había detrás le quitó el aliento. Ella se quedó en chock.
Una enorme sala oculta bajo tierra. Equipos de combate, estantes con armas, rayos Láser, pantallas tácticas, un centro de comando y un cuadrilátero de entrenamiento al centro. Todo