MANSIÓN ELIZALDE   Las paredes de la mansión Elizalde estaban demasiado silenciosas aquella noche.  Demasiado perfectas.  Aelin sabía lo que eso significaba: alguien estaba preparando un golpe.  Estaba sentada frente al espejo, con el cabello suelto sobre los hombros y una copa de vino en la mano. Su expresión era tranquila, pero sus ojos no parpadeaban. Observaba su reflejo con el mismo detenimiento con el que estudiaría a una víctima. Sabía que, para sobrevivir, tendría que matar a Aelin la prometida… y despertar a la Aelin que la organización temía: la Sombra del Cielo.  Su teléfono vibró una vez. Luego otra. Y otra vez, sin parar.  No necesitó desbloquearlo para saber quién era. Lo hizo igual.  Remitente: Desconocido  Una galería de fotos apareció.  Primero, Leonard dormido. Sin camisa. Luego, Isabella en ropa interior, tomándose selfies en su cama. Después, ambos en posiciones que no dejaban lugar a la imaginación. Risas, besos, manos, piel. Y, por último, un mensaje:
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