Después de la Muerte de Mi Hijo, Renuncié al Título de Luna
Bajo la luz fría de la luna llena, mi compañero, el Alfa Esteban, no se presentó al ensayo de la ceremonia de mayoría de edad de nuestro hijo.
¿La razón? Su amante Omega, Sofía, estaba en celo.
Pero en durante la verdadera ceremonia, nuestro hijo César fue emboscado por una manada rival.
Cuando escuché la noticia, César había recibido un disparo. Estaba muerto, tendido en un charco de su propia sangre.
Me desplomé junto a él, hecha pedazos, como si mi alma se hubiera roto en mil trozos, cuando la voz de Esteban, fingiendo una disculpa, llegó a través del enlace mental.
—Lo siento, Sofía me necesita. Estoy seguro de que César puede encargarse de las cosas. Solo asegúrate de que César descanse temprano, no dejes que corra y arruine la celebración de mañana.
Miré el cuerpo destrozado de mi hijo, mi voz temblaba, —Ya no correrá a ninguna parte.
—Bien —dijo Esteban, sonando complacido—. El linaje de Sofía es más puro. Ella está mejor capacitada para dar a la Manada Piedra herederos fuertes. Deberías entenderlo.
Corté el enlace.
Después de entregar el cuerpo de mi hijo a las llamas, encontré el ritual secreto para romper un vínculo de pareja y contacté a un lobo con el que no hablaba en mucho, mucho tiempo.
—Las protecciones territoriales de la Manada Piedra están caídas. Ya no hay barreras. Haz lo que viniste a hacer.