Justicia desde el Más Allá
Mi esposo sobornó al personal médico para trasplantarle el corazón que pertenecía a nuestra hija y dárselo a la de su amante de la infancia.
Ese mismo día, mi hija sufrió de un infarto y murió en mis brazos.
Mientras tanto, la operación de trasplante de la otra fue todo un éxito, y mi esposo, lleno de alegría, hizo fiestas y rifas para toda la empresa.
La rabia me consumió y terminé escupiendo sangre. Fue entonces cuando el médico me informó que estaba en etapa terminal de leucemia. No me quedaba mucho tiempo…
Desolada, volví a casa con la urna que contenía las cenizas de mi hija.
Sin embargo, mi esposo se fue a viajar por todo el mundo con su primer amor y la hija de ella para celebrar su «renacimiento».