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La Hija que Desearon No Haber Tenido

La Hija que Desearon No Haber Tenido

Antes de cumplir dieciocho, yo era la princesa adorada de la familia Moretti. Todo eso cambió en mi cumpleaños número dieciocho, cuando mi padre llegó a casa con una niña huérfana llamada Carina. —Ella necesita un hogar —dijo mi padre—. Tú la cuidarás, como a una hermana. A partir de ese instante, nada volvió a ser igual. Mi hermano, que antes me consentía, se volvió frío y distante. Y mi prometido… su amor por mí pareció reducirse de la noche a la mañana. La familia elogió a Carina por su dulzura y obediencia, asegurando que era una hija mucho mejor que yo, su propia sangre. Después de que me relegaron por Carina demasiadas veces, al final me quebré y agarré la manga de mi padre. —¿Acaso la sangre no significa nada? —pregunté. La furia de mi padre estalló. Protegió a Carina, con el rostro empapado en lágrimas, y delante de todos los miembros de la familia me abofeteó. —Basura egoísta. Ojalá nunca te hubiera tenido —escupió. —Traes vergüenza a esta familia —dijo mi hermano Marco con voz fría como un acero—. Lárgate. Y mi prometido, Vicente, me miró con decepción: —Si tan solo desde el principio me hubiera comprometido con Carina… —murmuró. Creyeron que me arodillaría a sus pies, como siempre hacía. Pero no dije nada. Caminé hasta la caja fuerte familiar, saqué los documentos oficiales y tracé una sola línea sobre mi nombre. Me quité el anillo de compromiso del dedo y lo puse en la mesa. Les di a Carina todas las cosas que ellos pensaban que yo no merecía. Al fin y al cabo, me quedaban solo unos pocos días de vida. Pero entonces no sabían que, en medio de la ruina de la familia Moretti, algún día se arrodillarían bajo la lluvia y suplicarían por mi regreso.
Cuento corto · Mafia
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Ser Elegido, No Compadecido

Ser Elegido, No Compadecido

La primera vez que viví, mi hermana y yo encontramos dos huevos de dragón. El negro pulsaba con un poder crudo e indómito. Mi hermana, Isabella, lo reclamó sin pensarlo dos veces. El blanco quedó para mí. Una cosa agrietada y olvidada. Solo contenía un susurro de magia. Lo tomé por lástima. En menos de un año, el dragón negro rompió su cáscara y emergió como un hombre tan hermoso que era una maldición. Se convirtió en el arma devota de Isabella, su poder forjando el camino de ella hacia la divinidad. Mientras tanto, el huevo blanco se alimentó de mí. Vertí todo lo que tenía en mi huevo blanco. Mi magia, mi dinero, mi alma. Durante diez largos años, no me dio nada. Todos dijeron que lo abandonara. Pero no pude. Era una huérfana, ignorada por mi hermana. Solo quería un compañero. Pero cuando la plaga oscura arrasó las tierras, el huevo que había cuidado durante una década eclosionó de la noche a la mañana —mientras yo estaba muriendo, él se alzó por encima de mí para salvar a Isabella. Podría haber eclosionado años antes. Podría haber sido humano todo el tiempo. Pero eligió a Isabella. La confundió con su salvadora. Entonces regresé al día en que todo comenzó. Esta vez, Isabella se lanzó primero hacia el huevo blanco, temerosa de que yo lo tomara. Me colgué mi gastada alforja de hierbas al hombro. Les di la espalda a ambos. —Puedes quedarte con los dos —dije con calma—. Yo me elijo a mí misma. En esta vida, juré que no tendría nada que ver con Adrian. Pero ahora, él es quien está lleno de arrepentimiento, dispuesto a dar su propia vida solo para que lo mire una vez más.
Cuento corto · Fantasía
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Amor Tóxico: Cuando el Novio fue tu Verdugo

Amor Tóxico: Cuando el Novio fue tu Verdugo

Perdí la vida exactamente el día de mi boda con Adrián Mendoza. Como no llegaba a tiempo, él, furioso, se casó con su amiga de la infancia, Lucía Fernández, y lo anunció frente a todos: —¡Camila Rojas me ha engañado y ha decidido cancelar el matrimonio! Mi madre, al escuchar esas palabras, quedó tan destrozada que sufrió un infarto y murió en el acto. Pero lo que él olvidó contar fue que él, para vengar a Lucía, me cortó el brazo y me encerró en un sótano durante diez días y diez noches. Supliqué una y otra vez, pero él solo me respondía con frialdad: —Quédate aquí unos días, a ver si así entiendes el dolor que le causaste a Lucía. Y de paso, reflexiona sobre cómo ser una buena persona. Sin embargo, cuando finalmente abrió la puerta y encontró mi cadáver, ya devorado por los gusanos, fue él quien perdió la razón.
Cuento corto · Romance
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Juntas, pero Sin Ellos

Juntas, pero Sin Ellos

Justo antes de la fiesta de compromiso, mi camerino se incendió de repente, causando una explosión, y haciendo que los vidrios que estallaron se incrustaran por todo mi cuerpo. Mi amiga Crista Ocampo me cubrió como pudo, mientras huíamos de las llamas. En el hospital, ella se quedó a mi lado mientras yo luchaba entre la vida y la muerte, y se encargó de llamar a mi prometido, Antonio Gamarra. Al otro lado del teléfono, él contestó con total desinterés: —Erika tiene dolor de estómago, la estoy acompañando mientras le ponen suero. Si no hay nada más urgente, hablamos luego —y colgó sin más. Crista, enfurecida, soltó una sarta de improperios y llamó a su novio, Santiago Silva, para pedirle que buscara un especialista que pudiera salvarme. —¡¿Podrías dejar de molestar, por favor?! ¡Erika está mal y estoy buscándole un especialista! —contestó Santiago. Cuando regresé de la muerte y crucé miradas con Crista, le dije con voz firme: —Quiero romper el compromiso. Crista no vaciló ni un instante y respondió: —Si tú lo rompes, yo también rompo el mío. El resultado fue que aquellos dos hombres entraron en pánico.
Cuento corto · Romance
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El Día De Su Boda, Perdí Al Hijo Del Magnate

El Día De Su Boda, Perdí Al Hijo Del Magnate

León Vincent, el magnate de Wall Street, me crió. Hace doce años, un incendio arrasó con el orfanato y me lo quitó todo. Fue él quien me sacó de las llamas, dándome una nueva oportunidad. Para agradecerle, firmamos un contrato de 99 favores. Cada vez que cumplía uno, la deuda se iba saldando. Cada vez que salía con alguna de las chicas de la alta sociedad, dejaba una joya carísima en mi caja de seguridad. En los dos años después de cumplir los 18, la caja ya estaba llena con 96 diamantes. Eso significaba que me había dejado 96 veces. Un día, recibí un correo de su prometida, Elina Harrington. "Querida Isabela, ¿qué opinas de la invitación para la boda de León? ¿El terciopelo dorado o el cuero mate se ven más elegantes? La boda será a principios del próximo mes, espero verte allí." Poco después, León me llamó. Necesitaba que le ayudara a preparar las maletas para su viaje a París, donde tenía una cumbre importante. No hice preguntas. Solo envié el regalo de boda que ya tenía listo: un collar de esmeraldas, un detalle valioso para su prometida, Elina Harrington. Esa misma noche, León regresó a su apartamento, se enteró del regalo y me agradeció por ser tan atenta. Luego me abrazó con ternura, dejando atrás todo lo que nos separaba, y me dijo que quería recompensarme con algo más... algo más íntimo. Esa vez... quedé embarazada. No sé cómo, pero Elina lo supo al instante. Apareció en la terraza de la mansión Vincent, gritando que se iba a tirar. —¡León, por favor! ¡No dejes que tenga ese niño! ¡Si lo hace, me tiro desde aquí! León, tan altivo como siempre, me sorprendió al suplicarme... me suplicó que abortara. Con todos los invitados pendientes de mi reacción, como esperando que me desmoronara, solo asentí con calma. —Está bien, lo haré. Él me susurró al oído: —Este matrimonio es solo un negocio. No me gusta ella. Cuando nos divorciemos, podrás tener otro hijo. Lo que él no sabía es que, en realidad, no tenía intención de quedarme con ese bebé. Quedaban tres favores, y la deuda—esa que me sacó del fuego hace años—quedaba saldada. El número 99 llegó cuando subí al barco rumbo a África, donde comenzaría mi investigación médica. A partir de ese momento, mi vida sería solo mía.
Cuento corto · Romance
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Para salvar su primer amor, mi marido me sacrifica como ofrenda

Para salvar su primer amor, mi marido me sacrifica como ofrenda

Su primer amor y yo fuimos secuestradas al mismo tiempo. Mi marido, negociador especialista, llegó de primer momento a salvarnos. Pero cuando el atracador accedió a liberar a sola una rehén, mi marido optó por ella. Le supliqué a rodillas que me salvara primero, pero se quedó inexpresivo. —Tatiana es innocente y pura, no puede vivir si la violan. Pero tú estás casada, no te abandonaré aunque estés sucia. Me empujó con fuerza al atracador. Seguramente no sabía que yo estaba embarazada de tres meses y él estaba a punto de ser padre.
Cuento corto · Romance
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La Máscara del Amor

La Máscara del Amor

Mi novio de diez años se casó con mi hermana. Tras lo cual, el profesor más joven de la Universidad del Norte Fronterizo, Javier Santiago, publicó un comunicado en el sitio web oficial de la escuela, anunciando públicamente nuestro compromiso. Durante siete años de vida en pareja, él siempre fue gentil y responsable, como si me viera como lo único en su vida. Hasta que por casualidad escuché su conversación con un colega: —Rosa ya es la terapeuta con más potencial del Norte Fronterizo, ¿vas a seguir actuando con esa mujer? —Para que Rosa viva tranquila, estoy dispuesto a seguir manteniendo la relación de pareja con Helena. Así ella no va a volver a desestabilizar la familia de Rosa. Me quedé en silencio, parada al otro lado de la puerta, escuchándolo hablar con ese tono tan calmado, convirtiendo mis siete años de amor profundo en una «actuación cooperativa». En su cuaderno de investigación, cada página tenía escrito el nombre de Rosa. «Que la investigación de Rosa vaya bien.» «Que mi amada Rosa sea la mujer más feliz.» *** «Rosa, estoy dispuesto a pasar la vida con una mujer que no amo, a cambio de que tengas esa sonrisa feliz en tu cara todos los días.» Siete años compartiendo la cama, como un sueño muy largo. El día de nuestro séptimo aniversario, me subí al teleférico que ya había reservado. Con la luz del amanecer, a mil metros de altura, abrí la puerta de la cabina. Bloqueé el enlace mental, me bebí la poción para romper el vínculo y salté. Al enterarse de la noticia, Javier rápidamente trajo al equipo de búsqueda más profesional del Norte Fronterizo. Desplegó un rescate exhaustivo, queriendo encontrar mi cuerpo... En el valle, gritaba mi nombre una y otra vez, como si el arrepentimiento tardío pudiera devolverme la vida.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Camino a la iluminacion

Camino a la iluminacion

El día de San Valentín, descubrí que mi cuñada estaba engañando a mi hermano, no soy muy buena comunicándome, no encontré una mejor manera para decirle que escribirle lo que vi. Sin embargo, él me gritó furioso, no pudo aceptarlo, nunca ha confiado en mí, ¿Cómo podría pues creerme? Me grito y diciéndome que me largara, me señalo de destruir su única felicidad, que es solo ella. Más tarde, mi cuñada llamó a su exnovio, quien terminó secuestrándome en un lejano lugar. Se burlo de mí por no hablar y me obligó a vender docenas rosas en el mercado nocturno, odie aquel día. Intenté pedir ayuda a mi hermano, pero él respondió con fastidio: —¿Puedes acaso dejar de fingir? No tengo tiempo para ponerme a jugar a las escondidas contigo. Cuando un camión me atropelló por accidente, mi hermano seguía dulcemente engañado en los brazos de su esposa. Ja, ja. Que ironía. Después de eso, por fin encontré mi liberación, mi verdadero camino comienza ahora. Si reencarno en esta vida o en la otra, quiero tener un hermano diferente, uno que tan siquiera no me deteste estaría más que suficiente.
Cuento corto · Drama Realista
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Mi novio rico elegió salvar a mi hermana adoptada

Mi novio rico elegió salvar a mi hermana adoptada

Mi hermana adoptada, Jazmín, causó la péridida de un millón y medio a un cliente por especular en bolsa ilegalmente. El cliente, frustrado, vino a buscarla con arma en mano. Jazmín y yo fuimos acosadas por este. Mi novio, un magnate en el mundo empresarial, vino corriendo para salvarnos, cuando le tendimos nuestras manos suplicando ayuda al mismo tiempo, él apartó la mía con un golpe furioso y dijo con desprecio: —¡Rosa, deja de hacerte la enferma, que a lo mejor te cae una buena por fingir tanto! Jazmín tiene cardiopatía congénita, ¡tengo que llevarla al hospital de inmediato! ¿Hacerme la enferma? ¡Yo era la que tenía cardiopatía congénita! Mientras se celebraba mi funeral, mi novio se cegó en mi velatorio. Más tarde, el famoso “ojo de halcón” del mundo financiero vivió su vida en la oscuridad del remordimiento.
Cuento corto · Romance
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Esta Familia Ya No Es Mía

Esta Familia Ya No Es Mía

Ese invierno, nuestra familia se fue a esquiar a Aspen, Colorado, en Estados Unidos. Era el lugar donde más acudía la nobleza de la manada y la gente con dinero. Pero, cuando la avalancha pegó de repente, papá cargó a Susana —la hija adoptiva que dormía profundamente, y salió corriendo. Mamá, aunque en pánico, no olvidó de llevarse al perrito callejero que la Susana había recogido. Regresaron esa misma noche a la Manada Sombra Lunar, y subieron más de diez fotos al Facebook de la Manada, celebrando que la familia había salido ilesa. Nadie se acordó de mí. Yo, la hija biológica, seguía enterrada bajo la nieve, esperando que alguien me rescatara. Después, cuando finalmente me encontraron, acepté sin pensarlo la oportunidad que me dio mi mentora de irme de la Manada a estudiar. Me fui a Ciudad Central a estudiar medicina y no volví a humillarme suplicándome para que me quisieran otra vez. Pero ellos empezaron a mostrarse cada vez más nerviosos: —Lucia, ¿por qué ahora no compites por el cariño de Susana?
Cuento corto · Hombres Lobo
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