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Mi Hermano Alfa Rogó por Mi Perdón

Mi Hermano Alfa Rogó por Mi Perdón

Mi hermano era el Alfa de la Manada Luz de Luna, y yo debí haber sido la loba más feliz de toda la manada. Pero Selena Rivera, la compañera destinada de mi hermano, me acusó de acosarla. En un ataque de ira, mi hermano, la única familia que me quedaba en este mundo, me envió al Centro de Rehabilitación de la Manada, un lugar para criminales menores de edad y lobos delincuentes. Durante dos años, sufrí diferentes tipos de abusos, hasta que perdí mi capacidad de transformación de manera permanente, convirtiéndome en la hermana dócil que él quería. Pero, cuando descubrió que había perdido mi loba interior y me había convertido en una verdadera Omega, enloqueció. —Cielo, por favor, ¡solo dime hermano una vez más!
Cuento corto · Hombres Lobo
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De su chica a la princesa de la mafia

De su chica a la princesa de la mafia

En el Upper East Side de Nueva York vivían dos herederos: uno, un fanático de la velocidad que se adueñaba de las pistas de carreras; el otro, un genio de las finanzas que movía capitales a su antojo. Venían de familias igual de poderosas y, aunque sus personalidades eran opuestas, crecieron juntos y cada uno veía en el otro a su único amigo incondicional. Se habían peleado por mujeres, habían discutido a gritos por apuestas en las carreras... y aun así, a los quince años coincidieron por primera y única vez en algo: llevar colgado un pin de cobre sencillo, con una "M" grabada de forma apenas visible en la parte trasera. Era una pieza que Mía había hecho casi sin pensar, en una clase de manualidades, sin que nadie en el salón supiera quién era en realidad. Ellos, en cambio, llevaron ese pin durante diez años. Ni en un podio de Fórmula 1, ni cerrando una inversión millonaria en la Bolsa... jamás se lo quitaron. Hasta que apareció Elena. La hija consentida de un nuevo magnate, que les cosió a mano un parche de tela con hilo dorado. Simple, como esos que en un tianguis o feria venden tres por un dólar. Pero, sin decir una palabra, ambos se quitaron el pin de cobre y se pusieron el parche nuevo. Mía no comentó nada. Solo guardó en silencio una vieja fotografía de ellos que había recortado de un periódico. Esa noche, llamó a su padre en Sicilia. Su voz sonó tranquila, firme: —Papá... acepto la alianza matrimonial.
Cuento corto · Mafia
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No más tu falso amor ni ser la sustituta de Luna

No más tu falso amor ni ser la sustituta de Luna

Soy la Omega que el Alfa Carlos recogió de una zona de exilio en la frontera. Después de convertirnos en pareja, me colmó de cariño sin importarle lo que pensaran los demás. Todos decían que el frío y temido Alfa Carlos tenía a una Omega vagabunda en la palma de su mano, desafiando la voluntad de la Diosa Luna. Yo también llegué a pensar que me amaba tanto, que no podía evitar proclamarle al mundo entero su devoción por mí. Hasta que un día, por casualidad, escuché su conversación con su asistente: —Como Alfa del Este, con diez manadas bajo mi mando y tantos enemigos al acecho, si no convierto a Margarita en mi punto débil, en mi única debilidad aparente, ¿cómo voy a garantizar la seguridad de Fiona? Resulta que todas las heridas que sufrí por él… no fueron más que una burla. Si es así, dejaré de ser la Luna del Este. El último día del conteo regresivo, marqué un número: —Acepto su invitación. Estoy dispuesta a ir a la zona fronteriza para realizar investigaciones de hierbas durante los próximos diez años... Cuando descubrió que me había ido, Carlos llegó con los ojos enrojecidos, tragándose su orgullo. —Margarita... ¿de verdad vas a dejarme?
Cuento corto · Hombres Lobo
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El Frágil Hilo del Amor

El Frágil Hilo del Amor

La exnovia de mi ahora novio, Santiago, Isabella publicó un video en sus redes sociales. En el video, se les veía como mi novio y ella estaban jugando a pasarse una carta de poker con los labios. La carta cayó, y sus labios se rosaron, comenzando un beso apasionado a lo que se apartó la grabación de la escena. El pie de foto decía: —¡Sigues igual de torpe! Yo estaba mirando semejante canallada desde el hospital, estaba pasando mucho dolor por que al parecer había tenido un aborto espontaneo. Sin decir nada, le di me gusta y comenté: —Felicidades a ambos. Al instante, Santiago me llamó y empezó a gritarme por celular. — ¿No me digas que vas a comenzar con tus escándalos de mierda? ¡Solo nos estábamos distrayendo un poco con Isabela! ¿Ya que video te vas a poner a inventar? Sabía que, después de doce años de relación, todo lo que había compartido con él era solo una ilusión. Yo no iba a soportar que alguien me engañara, no más. Era pues entonces hora de agarrar mis chiros y marcharme.
Cuento corto · Romance
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¡Me tiraron al agua y salí diosa!

¡Me tiraron al agua y salí diosa!

Lo primero que hizo María Vargas al salir del funeral del hermano mayor de su esposo fue pedirle el divorcio al hombre con quien llevaba tres años casada. La razón: la familia Ramos le exigía a Dylan que, pese a estar casado, le diera un hijo al hermano recién fallecido mediante una FIV con su cuñada, Emilia Blanco. —Mari, mis papás amenazaron con quitarse la vida e incluso con hacer huelga de hambre; no tuve opción. Además, con Emilia solo fue una FIV: no hubo nada entre nosotros. ¿Por qué tienes que pedir el divorcio? —dijo Dylan. Al oírlo, María cerró los ojos; el pecho le ardió y, tras contenerse, las lágrimas por fin se le escurrieron. —Dylan, nosotros somos los esposos. ¿No te parece absurdo? El hombre al que amaba iba a tener un hijo con otra mujer. ¡Absurdo!
Cuento corto · Romance
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Nunca te decepcionaré

Nunca te decepcionaré

Tras cinco años de matrimonio sin sexo, me llegó un mensaje de una reserva de hotel de mi esposo con otra mujer. Al segundo siguiente, alguien envió al grupo de chat del trabajo varias fotos en las que aparecía yo con ropa sensual para seducir a mi esposo, quien me rechazó con frialdad. Seguidamente, aparecieron comentarios burlones: "Esta mujer obligó al CEO, Javier Cano, a casarse con ella, pero él mantuvo su pureza después de dejar a su verdadero amor." "El CEO la aguantó cinco años, es comprensible que no pueda aguantar más y se reencuentre con su amada." Mi padre, ya de por sí enfermo, no soportó las noticias y falleció, pero mi esposo ni siquiera apareció en su funeral. Esa noche, me arrodillé frente la madre de Javier y le propuse nuestro divorcio. -Al principio, usted dijo que yo era la persona destinada para Javier, que casarnos le aseguraría un futuro brillante, y acepté al acuerdo de cinco años porque usted aceptó pagar voluntariamente un tratamiento médico de precio exorbitante. Ya que el plazo se ha cumplido, debe dejarme ir.
Cuento corto · Romance
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Morí y se volvieron locos

Morí y se volvieron locos

Me diagnosticaron lupus eritematoso sistémico, ya en una etapa avanzada. El médico no dejó lugar a dudas: me quedaban tres días de vida. Después de colgarme una vez más —como ya lo había hecho cientos de veces—, entendí que no tenía sentido seguir esperando. Tomé el informe médico y fui directo al servicio funerario social. —Hola... Quisiera arreglar algunos asuntos antes de irme —dije con voz serena. Diez minutos después, llegaron ellos. Antes de que pudiera abrir la boca, mi esposo —abogado, impecable y frío como siempre— me soltó una bofetada sin inmutarse. —¿Inventaste una enfermedad terminal solo para quitarle atención a mi hermana? Mi hermano, médico de profesión, me arrebató el informe, lo hojeó sin cuidado y soltó una risa seca: —¿Lupus? Por favor... Ni siquiera eso supiste fingir. Es una enfermedad rarísima. Aguantando el dolor, volví al mostrador, tomé los papeles y se los entregué con calma. La mujer que me atendió notó las manchas en forma de mariposa en mis muñecas. Sus ojos se suavizaron al instante. —Ya no tengo familia —le dije, en voz baja pero firme—. Solo quiero dejar todo en orden. Que me entierren donde sea... Lo único que pido es que mi muerte no le pese a nadie.
Cuento corto · Romance
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La Búsqueda

La Búsqueda

Fui prisionera de Luis en una isla remota durante medio año. La gente decía que él había gastado millones para comprarme aquella isla. La seguridad que había en ese lugar era comparable a la de la Casa Blanca. Ni un solo pájaro que volara por encima de esa zona podía escapar sin que le volaran las plumas y el pescuezo de un balazo. Pero nadie sabía que esos cuidados y atenciones que todos envidiaban, para mí no eran más que una tortura. Hasta que él encontró a una chica que se parecía demasiado a mí. Fue entonces cuando comenzó a perder el interés en mí. Un día, ella aprovechó que él no estaba y llegó a la isla con un grupo de personas. Me rompió la mano, me marco la cara con un cuchillo y luego me metió en una jaula para perros. Cuando Luis me encontró, ya estaba al borde de la muerte. —¡Luis, esta mujer quería ganarse tu confianza imitándome! ¡Seguro es una usurpadora! ¡Hay que hacerla pagar un alto precio por esto!
Cuento corto · Drama Realista
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Diez Dólares, Dos Vidas

Diez Dólares, Dos Vidas

Últimamente, en la Manada Luna de Sangre no se habla de otra cosa: el Alfa, Gael Ibarra, decretó que en la Casa del Alfa nadie puede gastar más de diez dólares al día. Sí, diez miserables dólares. Y lo peor: esa regla absurda no vino de ninguna tradición ni consejo de ancianos, sino de su flamante “planificadora financiera”, Lía Rosales. Yo, la Luna, por gastar apenas un dólar de más en medicina, fui arrastrada al patio y condenada a veinte latigazos. Con apenas dos golpes, ya sentía la piel desgarrada y la falda pegada a la sangre. Mi asistente corrió hacia mí, desesperada, llorando: —¡Basta, por favor! ¡La Luna está delicada, no puede soportar un castigo así! Pero Lía levantó el brazo con más saña: —¡Veinte por un dólar de más! Eso fue lo que me prometió el Alfa. ¿Quién se atreve a desobedecer? Me abracé el vientre, jadeando, y con la voz hecha un susurro logré decir: —Llamen… al Alfa… Gael llegó rodeado de su séquito. Cuando sus ojos vieron mi espalda hecha un mapa de sangre, brilló en ellos algo que parecía compasión. —Lía, basta ya —ordenó. Ella lo miró con lágrimas contenidas: —Cuando me trajiste, dijiste que todos iban a obedecerme. Ni siquiera he usado la fuerza. ¿Ahora te vas a echar atrás? Dio media vuelta, ofendida. Gael le sostuvo el brazo y murmuró con cansancio: —Está bien… yo no me meto. No te desgastes. Que sigan los guardias. El cuero siguió azotando mi carne hasta abrirla en carne viva. Un calor tibio se desbordó entre mis piernas y, sin entender por qué, solté una risa quebrada que me llenó los ojos de lágrimas. Al día siguiente, cuando por fin Gael se acordó de mí y mandó llamar a la sanadora, encontró a mi asistente destrozada, abrazada a mi cadáver. —Luna… ¿cómo pudiste irte así? —sollozaba—. Dos vidas… dos vidas…
Cuento corto · Hombres Lobo
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Huellas del Olvido

Huellas del Olvido

La hermana adoptiva de mi esposo me invitó a comer, y justo cuando estábamos en eso, ¡sucedió un terremoto! Mi esposo, que es bombero, llegó al instante para rescatarnos. Pero estábamos atrapadas bajo una piedra gigante, y solo podía salvar a una. Entonces para salvar a Eva, que siempre había sido muy débil, él decidió abandonarme, su esposa embarazada de cinco meses. Le rogaba una y otra vez. Pero él ni se inmutó. La roca terminó aplastando mi brazo. —Eva siempre había sido bastante débil, si la dejo aquí, se va a morir. Pero tras mi muerte, se volvió loco.
Cuento corto · Romance
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