Mundo ficciónIniciar sesiónEl día de la ceremonia de unión, una bruja enloquecida irrumpió y me señaló, chillando: —¡En seis años, tu Alfa te traicionará! Troy Hudson, mi futuro compañero, se puso pálido. Le arrebató la bola de cristal que brillaba con luz púrpura de un manotazo, haciéndola pedazos contra el suelo. —¡Estupideces! —gritó él—. ¡Estelle es mi pareja destinada! ¡Solo la amaré a ella en esta vida! Después de eso, se volvió aún más devoto a mí. En el altar de la Diosa de la Luna, colocó el chal plateado de Luna sobre mis hombros. Me impregnó con su aroma para que toda la manada supiera que le pertenecía. Cada luna llena, profundizaba la marca en mi cuello, susurrándome que era suya para siempre. Creí que su amor era inquebrantable hasta nuestro sexto aniversario. Una caja esperaba en la puerta de nuestra entrada. Dentro había unas bragas de encaje y una fotografía. En la foto, Troy estaba sobre su hermana adoptiva, Rue Youngblood; el tatuaje de lobo en su cuerpo emitía un tenue resplandor. Su mano aferraba la cintura de ella y sus ojos ardían con la misma intensidad con la que yo había soñado un millón de veces. ¿Y Rue? Llevaba puestas esas mismas bragas. Al reverso de la foto, escrita con una tinta tan roja como la sangre, había una línea de pura provocación: “El corazón del Alfa puede pertenecerte a ti, pero su cuerpo me pertenece a mí”. Mi loba aulló en mi interior y una agonía desgarró mi pecho, pero no derramé ni una sola lágrima. En cambio, posé la mano sobre mi vientre y envié un mensaje silencioso a la Asociación de Brujas. “Acepto su invitación. Por favor, ayúdenme a desaparecer”.
Leer másDebía reconocer que lo dicho por Evelyn desató un torbellino dentro de mí.Observé a Troy a través del espejo de agua. Estaba arrodillado fuera de la barrera, golpeando el suelo con los puños una y otra vez. Un dolor fuerte se propagó sin control por mi pecho.La reacción negativa del vínculo de pareja, sumada a la maldición de magia de sangre, terminaría acabando con su vida tarde o temprano. No deseaba su muerte, ya no quería amarlo. Respiré hondo y toqué mi vientre, sintiendo el latido firme de mi cachorro. Al fin, tomé una decisión.—Quiero verlo una última vez, Gran Sabia Evelyn —respondí—. Hay cosas que necesito decirle de frente... Es hora de terminar con esto.Evelyn me analizó en silencio un buen rato y asintió.—Estaré justo detrás de ti, Estelle. Que la magia del Valle los proteja a ti y a tu cachorro.***La barrera mágica del Valle onduló como el agua y se abrió formando un paso frente a mí. Salí despacio. El movimiento hizo que Troy levantara la cabeza, sorprendido. Al v
El tiempo se escurrió entre los dedos y tres meses se consumieron en un abrir y cerrar de ojos. Durante ese lapso, Troy había rozado la locura. Ejerció hasta la última gota de su autoridad como Alfa, poniendo de cabeza cada rincón de su territorio, pero no logró hallar ni el más leve rastro de mi paradero.La magia de las brujas me había ocultado con eficacia. En su propio mundo, se había convertido en un chiste, un Alfa impotente y ridiculizado incapaz de encontrar a su compañera. La adulación y el respeto reverencial que antes lo rodeaban se habían transformado en lástima y desconfianza.Toda la manada comenzó a inquietarse bajo la presión de la inestabilidad de su líder. Varios sabios lo visitaron en repetidas ocasiones para aconsejarlo, solo para ser expulsados por su mirada asesina. Se volvió paranoico y obstinado, encerrándose en aquella casa vacía.Sin embargo, un día descubrió un nombre en un libro de hechizos prohibido y sellado: las Brujas de Sangre. Eran un grupo de margin
Mi nota destrozó a Troy. Dejó escapar un aullido desesperado y doloroso que sacudió la habitación. En ese momento, la puerta principal se abrió y Rue entró tropezando.—¡Troy! —gritó, presa del pánico—. No... no podía contactarte y me preocupé muchísimo...Antes de que pudiera terminar, Troy apareció frente a ella. Una de sus manos salió disparada, la agarró por el cuello y la levantó del suelo.—¡Te dije que no la metieras en nuestros asuntos! —gritó, con los ojos rojos y la voz ronca.La cara de Rue se puso morada por la falta de aire. Manoteó su brazo y jadeó con esfuerzo:—Estoy... esperando... tu cachorro...Él se rio mientras la soltaba.—¿Mi cachorro? ¡Estelle también está esperando el mío! ¡Si no fuera por ti, ella seguiría aquí, llevando lo que nos pertenece!Ella se desplomó en el suelo, tosiendo.—A partir de hoy, estás exiliada —dijo Troy con frialdad, mirándola desde arriba—. No voy a reconocer al cachorro que llevas dentro. Jamás pondrá un pie en el territorio de mi manad
Por otro lado, en la enfermería de la manada, Troy observaba la pantalla después de haber enviado el último mensaje, pero no llegaba respuesta alguna. Arrugó la frente, invadido por una extraña inquietud que lo recorrió de pies a cabeza. Yo jamás ignoraba sus mensajes de esa forma.Cuando estaba a punto de escribir de nuevo, aparecieron varias notificaciones. Eran, una tras otra, las burlas que Rue me había enviado y que yo acababa de reenviarle.Troy no podía creer lo que leía. Alzó la mirada, clavando los ojos en Rue, quien yacía en la camilla. Su mundo se vino abajo, y todos sintieron la intimidación propia de un Alfa.—¿En serio le mandaste esto?Rue palideció; el miedo se le notaba en cada rasgo de la cara.—Yo... yo no...—¿Que no?Arrojó la piedra de comunicación frente a ella y su voz retumbó en la habitación:—¡Te advertí que no la provocaras!Al ver sus propios mensajes en la pantalla, ella perdió el control y comenzó a gritar:—¡Solo dije la verdad! ¡Estoy esperando a tu cac
En cuanto Troy vio a Rue, arrugó la frente.—¿Qué haces aquí?Ella lo ignoró y caminó hacia mí con una sonrisa triunfante.—Luna, ¿te la pasaste bien anoche en la taberna? La sorpresa de las luciérnagas que preparó Troy fue tan romántica...Hizo una pausa, con un brillo de malicia en los ojos.—Qué lástima que te fuiste temprano. Después hubo algo todavía mejor que las luciérnagas.El semblante de Troy se volvió serio. Agarró a Rue de la muñeca y casi la sacó a rastras.—Estelle, seguro me necesita para algo urgente. Vamos a salir un momento... ¡tú descansa!La puerta se cerró, ocultándolos de mi vista. Caminé hacia la ventana y los vi forcejeando en el patio. Estaban lo suficientemente lejos como para que sus voces se oyeran apagadas.Chiflé bajito. Mi ruiseñor plateado voló hasta mi hombro, repitiendo exactamente las palabras que Rue y Troy estaban diciendo. Retiró su mano de un tirón, con todo el cuerpo irradiando furia.—¿Estás loca? ¿Quién te dijo que vinieras aquí a decir esas es
Rue se acomodó el cabello y se bajó un poco más el cuello de la blusa. Yo apreté la cartera con fuerza y la seguí. Como era de esperarse, se detuvo afuera de la habitación privada de Troy.En cuanto se abrió la puerta, ella se lanzó a los brazos de Troy. Me quedé en un rincón oculto, observando sus figuras entrelazadas a través de la estrecha rendija de la puerta. Si él tan solo la hubiera apartado, yo habría dado media vuelta para volver a casa, quemar la foto y fingir que nada de esto había pasado.Sin embargo, no lo hizo. Al contrario, la tomó por la cintura y la sentó con cuidado en su regazo.—Llegaste rápido.Ella levantó la cara con una sonrisa dulce.—Te extrañaba.Él la besó en los labios y su mirada se cargó de deseo.—Ten, tu premio.Las quejas y las risas estallaron en la habitación.—¡Ya, dejen de estarse exhibiendo!—La tienes muy fácil, Troy. Como Estelle no tiene loba, nunca se va a dar cuenta de que estás de vago con otra.El tono que usaban era el mismo de las bromas
Último capítulo