Mundo ficciónIniciar sesiónLeah, la hermana adoptiva de Logan, hizo un berrinche monumental durante nuestra fiesta de compromiso; fue un episodio más de su diagnosticada ansiedad por dependencia de cachorra. Pero después de esa noche, le di un ultimátum a Logan: si no lograba formalizar su vínculo antes de que yo cumpliera los treinta años, tendría que elegir: ella o yo. Logan estaba convencido de que jamás lo dejaría. A fin de cuentas, yo me sentía atada por el último deseo de mi madre en su lecho de muerte: quería que me uniera al guerrero hombre lobo que me había amado durante diez años. Diez años juntos. Doce promesas rotas de que mantendría a Leah bajo control. Y entonces llegó mi cumpleaños número veintinueve... nuestra decimotercera fiesta de compromiso. Leah me encerró en el baño, me robó el vestido y se paró junto a Logan ocupando mi lugar. Sonreía, radiante, apropiándose de todo lo que me pertenecía. Cuando por fin logré salir, mi vestido estaba hecho trizas. Encaré a Logan, pero él se limitó a decir: —Alison, por favor, perdónala. Te juro que esta es la última vez. Bajé la mirada hacia el vestido destrozado que mi madre había cosido entre dolores y enfermedad... y reí. Logan suspiró aliviado, pensando que lo dejaría pasar una vez más. Pero no fue así. Me di la vuelta y me marché sin decir una sola palabra. Tras una década juntos, él creía que yo le pertenecía. Pues estaba muy equivocado. No sabía que existía alguien más capaz de darme la felicidad y cumplir el deseo de mi madre.
Leer másAlguna vez creí que la inmensidad salvaje de las Tierras del Norte podría sepultar el pasado para siempre.Pero jamás imaginé que, en una tarde apacible de invierno, cuando la paz comenzaba a sentirse genuina, Logan aparecería, deshecho y maltrecho, a las puertas de nuestra residencia.Estaba en la terraza esperando a Lynn, con la mesa puesta para una cena sencilla.De pronto, una sombra irrumpió burlando a los guardias y se estrelló contra la reja de hierro.—¡Alison! ¡Por fin te encontré!Me quedé inmóvil.Ahí estaba, demacrado, sangrando, con los ojos desorbitados por la desesperación. El viento helado azotaba su ropa desgarrada, pero su voz aún cargaba esa mezcla exasperante de arrogancia y súplica.—¡Regresa a casa! No me veas así. Sé que me equivoqué. No debí dejar que Leah te hiciera la vida imposible. No debí obligarte a pedir perdón. Tenías razón en pegarle. ¡Se lo merecía!—Vuelve conmigo, por favor. Estos días sin ti... me estoy volviendo loco...Lo miré desde arriba, en sil
Sylvia aporreó la puerta de madera con los puños, su voz rasgando el silencio de la mañana.—¡Sal de una vez! Leah ya aceptó su error, tu vestido está arreglado y he decidido aprobar tu compromiso con Logan.Su tono agudo despertó al viejo lobo solitario que vivía en la casa de al lado. Gruñó, abrió la ventana y la luz cruda del amanecer iluminó su cara curtida por los años.—¿Qué es todo este escándalo antes de que salga el sol? —dijo el anciano—. ¡Esa señora y su hija se fueron al Norte con la Manada Silvermane antes de que amaneciera! ¿Ni siquiera se molestaron en olfatear el aire antes de venir a gritar? ¡No tienen ni un poco de decencia en su manada!Logan se quedó paralizado, sintiendo cómo el color desaparecía de su cara.—¿Dijo... al Norte? ¿Con la Manada Silvermane?El viejo lobo entrecerró los ojos al mirarlo, reconociéndolo, y una sonrisa maliciosa curvó sus labios.—Vaya, vaya. Si es Logan, el cachorro que humilló a la pequeña Alison trece veces seguidas. Con razón el joven
Miré a Lynn. Entendió. Una mano descansó de manera protectora en mi espalda y la otra presionó con firmeza el pecho de Logan, apartándolo.—Hazte a un lado —dijo Lynn, con un claro matiz de autoridad—. Estamos aquí para firmar el Pacto de Luz de Luna. No estorbes.Bajo la mirada atónita de Logan, Lynn entregó la insignia de su manada al registrador, junto con un anillo de piedra lunar idéntico al que me había dado. Guié la silla de ruedas de mi madre hacia la sala lateral donde se llevaría a cabo la ceremonia. Logan tembló, paralizado por la incredulidad, antes de sujetarme del brazo.—¡Ya basta! —Su voz se quebró por la desesperación—. ¿En serio vas a seguir con esto? ¿Te vas a unir con él, bajo la luz de la luna? ¡Ni siquiera sabes quién es! ¿Qué sabes de su manada, de su linaje o de él? ¿Se te olvidó lo que significa un Pacto de Luz de Luna? Es permanente. Romperlo tiene un precio que no puedes pagar. ¿Estás tan desesperada por castigarme? ¡Te volviste loca!Leah dio un paso al fr
Lynn se irguió cuan alto era; sus ojos, de un gris plateado, calmados y que a la vez imponían respeto. Autoridad irradiaba de él, tranquila, certera. Luego su mirada se suavizó al encontrar la mía.—Perdón por la tardanza —dijo con voz firme—. Hubo un contratiempo al cruzar la frontera. ¿Están bien las dos?Las manos frágiles de mi madre temblaron. Sus ojos se abrieron con incredulidad, y la emoción quebró su voz cansada.—Lynn... ¿En serio eres tú? ¿Qué quieres decir con esto?Se volvió hacia ella con esa misma calma inquebrantable y una sonrisa curvó sus labios.—Exactamente lo que está pensando. Dado que alguien falló en valorar a la señorita Hart y rompió su confianza, yo cumpliré esa promesa en su lugar.Los ojos de mi madre se llenaron de lágrimas.—¿Esto es... real?—Sin duda alguna —dijo—. Por favor, descanse tranquila, señora. Protegeré a Alison con mi vida y me aseguraré de que tenga la felicidad que merece.Años atrás, después de que mi padre se sacrificara, el Alfa de la Ma
Durante dos días, no salí de la cabaña en el bosque. Permanecí sentada junto a mi madre, velando su sueño mientras la maldición latía débilmente bajo su piel.Logan nunca apareció. En cambio, los rumores de la manada decían que Leah se paseaba riendo por el pueblo, presumiendo de cómo corría con Logan bajo la luz de la luna y cómo cazaban juntos, como si el mundo ya les perteneciera.Ya no me importaba. Empaqué en silencio. Sin enojo. Sin lágrimas. Solo con determinación.A la tercera mañana, el cristal de comunicación se iluminó y llegó la señal de Lynn: Confirmado. Vestí a mi madre con delicadeza y la envolví en su chal favorito. Ella levantó la mirada, confundida.—¿A dónde vamos, hija?Sonreí con suavidad mientras empujaba su silla de ruedas hacia la puerta.—A ver a alguien. A cumplir una promesa que te hará sentir orgullosa.Viajamos en carruaje hasta el Templo de los Hombres Lobo. Las piedras sagradas brillaban tenuemente entre la niebla matutina. Mi madre mostró preocupación.—
El estado de mi madre se había estabilizado por fin tras el tratamiento. Una vez coordinada nuestra partida, regresé al territorio de la Manada Stoneclaw para recoger mis pertenencias.Lo que más me urgía recuperar era el vestido ceremonial que mi madre había confeccionado para mí, aquel que deseaba verme usar durante la ceremonia de vinculación bajo la luz de luna. Planeaba remendarlo antes de irnos, para llevármelo intacto.Al cruzar el umbral de aquella habitación tan familiar, encontré a Logan atendiendo a Leah; le aplicaba con delicadeza un ungüento de hierbas en la mejilla, sobre la marca que le había dejado mi cachetada. En otro tiempo, esa escena me habría hecho hervir la sangre. Ahora, no sentía… nada. En el instante en que Logan notó mi presencia, se apartó de ella. Por una fracción de segundo, capté el destello de odio de Leah antes de que volviera a ocultarlo bajo su máscara de víctima.—¿Ya llegaste? —preguntó Logan, fingiendo sorpresa—. ¿Tu mamá ya está mejor?No me mole





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