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Sangre en San Valentín

Sangre en San Valentín

La noche en que secuestraron a mis suegros, mi esposo decidió acompañar a su primer amor en el Día de San Valentín. Sin mediar palabra, contacté inmediatamente a la Brigada Licántropa de Rescates para que los rescataran. En mi vida anterior, a causa de mi resistencia, él decidió salvar a sus padres en lugar de estar con ella. Después, su amada, Carolina, fue encontrada en las montañas, con el corazón arrancado, muerta a manos de unos hombres lobo salvajes. Después del hecho, mi esposo, Leo, no habló de lo ocurrido... hasta que, cuando yo estaba embarazada y a punto de dar a luz, me arrojó a las mismas montañas. —Lucía, ¡si no fuera por ti, Carolina seguiría viva! — —¿Cómo te atreves a vivir en paz? Haré que sufras lo mismo por lo que ella pasó. — Las fauces lobunas nos destrozaron a mi bebé y a mí. Al renacer, volví a la noche del secuestro de mis suegros. Esta vez él eligió acompañar a su amada sin participar en el rescate. Pero el precio fue más alto de lo que imaginaba: de la noche a la mañana, sus cabellos quedaron blancos.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Los míos se fueron saltando

Los míos se fueron saltando

El día que le propuse el divorcio, Henry Novak no pudo esperar para poder firmar el papel de la separación conmigo. Hace cinco años, yo lo había disque obligado a casarse conmigo. Ahora, por fin, ya era libre. Pero el día que oficialmente nos divorciamos, Henry llegó acompañado de Ramona Girard, "su lucecita", como bien solía llamarla. Pero expresión reflejaba una mezcla de alegría hacia ella y burla hacia mí. —Nola Savic, hasta alguien como tú puede tener un día tan patético como este. Lo observe desaparecer de mi vista. ¿Patético? Nunca más me rebajaría.
Cuento corto · Romance
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Mi Hermano Alfa Rogó por Mi Perdón

Mi Hermano Alfa Rogó por Mi Perdón

Mi hermano era el Alfa de la Manada Luz de Luna, y yo debí haber sido la loba más feliz de toda la manada. Pero Selena Rivera, la compañera destinada de mi hermano, me acusó de acosarla. En un ataque de ira, mi hermano, la única familia que me quedaba en este mundo, me envió al Centro de Rehabilitación de la Manada, un lugar para criminales menores de edad y lobos delincuentes. Durante dos años, sufrí diferentes tipos de abusos, hasta que perdí mi capacidad de transformación de manera permanente, convirtiéndome en la hermana dócil que él quería. Pero, cuando descubrió que había perdido mi loba interior y me había convertido en una verdadera Omega, enloqueció. —Cielo, por favor, ¡solo dime hermano una vez más!
Cuento corto · Hombres Lobo
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El Frágil Hilo del Amor

El Frágil Hilo del Amor

La exnovia de mi ahora novio, Santiago, Isabella publicó un video en sus redes sociales. En el video, se les veía como mi novio y ella estaban jugando a pasarse una carta de poker con los labios. La carta cayó, y sus labios se rosaron, comenzando un beso apasionado a lo que se apartó la grabación de la escena. El pie de foto decía: —¡Sigues igual de torpe! Yo estaba mirando semejante canallada desde el hospital, estaba pasando mucho dolor por que al parecer había tenido un aborto espontaneo. Sin decir nada, le di me gusta y comenté: —Felicidades a ambos. Al instante, Santiago me llamó y empezó a gritarme por celular. — ¿No me digas que vas a comenzar con tus escándalos de mierda? ¡Solo nos estábamos distrayendo un poco con Isabela! ¿Ya que video te vas a poner a inventar? Sabía que, después de doce años de relación, todo lo que había compartido con él era solo una ilusión. Yo no iba a soportar que alguien me engañara, no más. Era pues entonces hora de agarrar mis chiros y marcharme.
Cuento corto · Romance
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Firmé Su Nombre En Su Lugar

Firmé Su Nombre En Su Lugar

Un trato entre familias forzó a mi prometido Marco Corvini a casarse conmigo. Mis padres estaban muertos. Su obsesión era Isabella Falcone, la princesa de nuestros rivales. Al final, Marco devoró el imperio de mi familia y me arrojó a los lobos. Paseó a Isabella de su brazo como un premio que había ganado. Veinte años después, estaba en mi lecho de muerte. Mi propio hijo—nuestro hijo—sostenía el veneno. Dijo que era inútil, que su padre necesitaba el poder de la familia Falcone. Entonces abrí mis ojos. Había regresado. De vuelta al día de mi juramento de sangre. Esta vez, para salvar a mi familia, no firmé mi nombre en el pacto. Firmé el de ella. Isabella Falcone. ¿Y yo? Tomé la fortuna que mis padres me dejaron y desaparecí. Esta vez, no sería la tonta sangrando por un hombre que nunca fue mío.
Cuento corto · Mafia
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Mi Alfa Y Mi Madre Me Abandonaron En Un Océano De Fuego

Mi Alfa Y Mi Madre Me Abandonaron En Un Océano De Fuego

El día antes de la ronda final para la selección de beta, me envenenaron con acónito y me encerraron dentro de mi casa en llamas. El fuego se extendió demasiado rápido, y mi estado debilitado me impidió transformarme. Mi loba, Camila, gritaba en mi mente, pero no pude escapar, aunque arañé la puerta mientras las llamas quemaban mi piel. Cuando me rescataron, mi cuerpo estaba cubierto de quemaduras, mi piel en carne viva y desgarrada. Afuera de la sala de operaciones, escuché a mi madre sollozar, repitiendo. —Es mi culpa... cerré la puerta por accidente... nunca quise... El Alfa Diego, mi compañero, les pidió a todos los sanadores que me restauraran, pero sus frías palabras hacia mi madre fueron escalofriantes. —Si Sofia no fuera tan vanidosa y egoísta, no habría tenido que hacer esto. Valentina estaba frágil, luchando contra la depresión, y aun así, Sofia alardeaba de su éxito frente a ella. Así que Sofia le debe esto. Las acciones de Diego tenían como objetivo allanar el camino para que Valentina se convirtiera en beta, pero yo fui quien sufrió. Él afirmaba estar tratándome bien, pero destruir mi salud y mi futuro no se sentía como cuidarme. Presioné mi mano contra mi pecho vendado, mientras el entumecimiento se extendía. Camila gruñó dentro de mí, debilitada por el acónito. Ya no quería el amor de la madre que me había traicionado, ni del compañero que se suponía debía protegerme. Ya no quería nada de ellos, nunca más.
Cuento corto · Hombres Lobo
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Morí y se volvieron locos

Morí y se volvieron locos

Me diagnosticaron lupus eritematoso sistémico, ya en una etapa avanzada. El médico no dejó lugar a dudas: me quedaban tres días de vida. Después de colgarme una vez más —como ya lo había hecho cientos de veces—, entendí que no tenía sentido seguir esperando. Tomé el informe médico y fui directo al servicio funerario social. —Hola... Quisiera arreglar algunos asuntos antes de irme —dije con voz serena. Diez minutos después, llegaron ellos. Antes de que pudiera abrir la boca, mi esposo —abogado, impecable y frío como siempre— me soltó una bofetada sin inmutarse. —¿Inventaste una enfermedad terminal solo para quitarle atención a mi hermana? Mi hermano, médico de profesión, me arrebató el informe, lo hojeó sin cuidado y soltó una risa seca: —¿Lupus? Por favor... Ni siquiera eso supiste fingir. Es una enfermedad rarísima. Aguantando el dolor, volví al mostrador, tomé los papeles y se los entregué con calma. La mujer que me atendió notó las manchas en forma de mariposa en mis muñecas. Sus ojos se suavizaron al instante. —Ya no tengo familia —le dije, en voz baja pero firme—. Solo quiero dejar todo en orden. Que me entierren donde sea... Lo único que pido es que mi muerte no le pese a nadie.
Cuento corto · Romance
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Virgen por Cinco Años

Virgen por Cinco Años

Llevaba cinco años con Diego Íguez, mi Alfa, y aún seguía siendo virgen. La noche de bodas, desnuda, con el corazón a mil por hora, me armé de valor para abrazarlo. Pero él se apartó, su rostro serio, y dejó escapar las palabras que ya rondaban mi mente como una pesadilla: —Lo siento, Fiona Tónez, tengo una obsesión con la limpieza. No puedo aceptar el contacto físico, por favor, dame un poco más de tiempo. En ese momento, mi corazón se hundió. Pero al ver la angustia en sus ojos, traté de convencerme de que no era que no me quisiera, sino que tenía un problema que necesitaba resolver, y por eso me pedía más tiempo. Así que esperé... cinco largos años. Hasta que, en nuestro quinto aniversario, crucé kilómetros bajo la lluvia con la esperanza de verle sonreír. Lo conseguí. Vi su sonrisa, esa sonrisa llena de ternura, y esa mirada que siempre me había cautivado... Lástima que no fuera para mí. Ese Alfa, que tanto hablaba de su obsesión con la limpieza, estaba arrodillado frente a Paula Rosales, descalzándola con una ternura exagerada, secándole los pies y calentándolos con sus manos, como si ella fuera la única persona que importara en el mundo. Suspiró, mirándola con esa ternura de siempre, su voz suave, casi en un susurro. —Paula, ¿no te cansas de que te lo diga? Te vas a resfriar. ¿Qué harías sin mí? En ese momento, mi mundo se vino abajo. Finalmente lo entendí: la obsesión por la limpieza también tenía sus preferencias. Y yo era la que no podía tocar. Sin hacer ruido, me quité el anillo que había llevado durante cinco años y, sin pensarlo más, me perdí bajo la lluvia, sin mirar atrás. Más tarde supe que, en un intento desesperado por recuperar mi amor, había comprado las rosas más caras. Pero la Fiona que lo amaba sin reservas, entregada por completo, ya no existía.
Cuento corto · Hombres Lobo
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De Simple Sustituta a Marca del Alfa

De Simple Sustituta a Marca del Alfa

—Padre, acepto la alianza matrimonial con la Manada Bosque Negro. Hubo un largo silencio al otro lado del enlace antes de que finalmente respondiera: —Caterina, ¿estás segura? —Sí. No le dije la verdadera razón. La noche anterior, una agonía desgarradora se apoderó de nuestro vínculo de compañeros destinados. A través de ese maldito vínculo, lo vi todo... Mi compañero, el Alfa Rocco, estaba en la cabaña de sus terrenos privados de caza, empujando a su amiga de la infancia, Scarlett, contra la pared y besándola con desesperación. En la reunión de la manada, me enfrenté directamente a Scarlett y un destello de triunfo se comenzó a ver en sus ojos antes de que comenzara a fingir inocencia. —Caterina, no tengo idea de lo que estás hablando. Justo entonces, la voz de Rocco resonó a través del enlace mental abierto, alcanzando las mentes de todos los presentes. —Caterina, como Luna de la manada, no deberías hacer una escena así. Scarlett solo es una amiga. En ese momento, mi corazón murió por completo. Él era mi Alfa, mi esposo, el hombre al que había ayudado a ascender al poder durante años. Rompí mi enlace mental con Rocco. El dolor de la desconexión forzada fue tan intenso que apenas podía mantenerme en pie, pero enderecé mi espalda y le envié mi respuesta. —Volveré a casa en dos semanas. “Volveré a casa y me casaré con el Alfa más poderoso de América del Norte.” Pensé. Decían que era frío y despiadado, inmune a cualquier loba, lo cual era perfecto para mí. No necesitaba amor. Solo necesitaba a un Alfa lo suficientemente fuerte como para ayudarme a asegurar la Manada Luna Plateada. Y, ¿qué iba a pasar con Rocco? La Diosa Lunar nos dio un destino, y él lo destruyó con sus propias manos. A partir de ese momento, tomaría el mío.
Cuento corto · Hombres Lobo
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De su chica a la princesa de la mafia

De su chica a la princesa de la mafia

En el Upper East Side de Nueva York vivían dos herederos: uno, un fanático de la velocidad que se adueñaba de las pistas de carreras; el otro, un genio de las finanzas que movía capitales a su antojo. Venían de familias igual de poderosas y, aunque sus personalidades eran opuestas, crecieron juntos y cada uno veía en el otro a su único amigo incondicional. Se habían peleado por mujeres, habían discutido a gritos por apuestas en las carreras... y aun así, a los quince años coincidieron por primera y única vez en algo: llevar colgado un pin de cobre sencillo, con una "M" grabada de forma apenas visible en la parte trasera. Era una pieza que Mía había hecho casi sin pensar, en una clase de manualidades, sin que nadie en el salón supiera quién era en realidad. Ellos, en cambio, llevaron ese pin durante diez años. Ni en un podio de Fórmula 1, ni cerrando una inversión millonaria en la Bolsa... jamás se lo quitaron. Hasta que apareció Elena. La hija consentida de un nuevo magnate, que les cosió a mano un parche de tela con hilo dorado. Simple, como esos que en un tianguis o feria venden tres por un dólar. Pero, sin decir una palabra, ambos se quitaron el pin de cobre y se pusieron el parche nuevo. Mía no comentó nada. Solo guardó en silencio una vieja fotografía de ellos que había recortado de un periódico. Esa noche, llamó a su padre en Sicilia. Su voz sonó tranquila, firme: —Papá... acepto la alianza matrimonial.
Cuento corto · Mafia
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