Muchas veces Jaya se encontró en medio del fuego. Hubo un tiempo que se creyó acostumbrada a ello. A pesar de todas las misiones y el riesgo al que estuvo expuesta, esa era la primera vez que aseguró que moriría. El terror que sentía en ese instante no podía compararlo con nada.
Respirando con dificultad por la adrenalina que recorría su cuerpo, más la tristeza y decepción con las cuales seguía lidiando, Karim bajó el arma y le habló a su empleado.
—Llévala a donde te dije y haz lo que te pedí.
Jaya alzó la cara, asustada, sorprendida, porque él verdaderamente quería asesinarla.
—Si me vas a matar, hazlo tú —exclamó ella entre el renovado llanto.
El hombre que siempre fumaba desató a Jaya y aplicando fuerza, logró levantarla y forzarla a caminar hacia otra zona del galpón.
—¡Cobarde! —gritó ella hacia Karim mientras la alejaban de él, luchando por zafarse del hombre que la forzaba a seguir adelante—. ¡Si tengo que morir, mátame tú!
El sujeto abrió una puerta, y metió a Jaya en el