Lion observó el cambio en Caleb. Vio el destello de comprensión, el inicio de un arrepentimiento que llegaba demasiado tarde. No le importaba. El arrepentimiento de Caleb no cambiaba nada.
—Acompaña a la Sra. Winchester a recoger sus cosas personales. Solo lo básico. Tiene una hora. Luego, será llevada al apartamento de invitados en la propiedad del norte. No saldrá de allí hasta nuevo aviso. Considera que está bajo arresto domiciliario.
—¡No! —gritó Allison, aferrándose al brazo de Caleb—. ¡Caleb, no lo permitas! ¡Soy tu esposa! —Chilló. —Eres una zorra y nunca dejarás de serlo. —Musitó Allison mirando a Olivia a los ojos.
Y lo que siguió pasó en segundos…
El sonido de la bofetada resonó en el estudio como un disparo seco. No fue un golpe dado por rabia ciega, sino una ejecución fría, calculada. La palma de Olivia se estampó contra la mejilla de Allison con una fuerza que hizo girar la cabeza de la otra mujer y le arrancó un grito ahogado. Un silencio absoluto, cargado de electricida