(Narración en tercera persona)
El silencio que siguió a la declaración de Olivia fue tan denso que el tintineo de una copa al caer al suelo sonó como un cristal estallando. Fue la madre de Caleb, Jennifer Winchester, quien rompió el hechizo primero. Una risa seca, forzada, escapó de sus labios finamente delineados.
—¡Vamos, Lion! ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? —Su voz, afilada como el cristal que yacía en el suelo, cortó el aire. Avanzó, con su vestido de seda negra susurrando como una serpiente sobre el suelo de mármol. —¿Casados? ¿Tú y ella? —Su mirada recorrió a Olivia de arriba abajo, desnudándola, reduciéndola a la niña tímida e ingenua que una vez fue. —Es absurdo.
Caleb encontró su voz, alimentada por la incredulidad de su madre.
—Sí, es una farsa patética. —Se rió, pero era un sonido vacío, nervioso. —¿Te casaste con mi tío para castigarme, Olivia? ¿Para hacerme creer que seguiste adelante con el primer hombre rico que se cruzó en tu camino? —Su sonrisa se tornó cru