No físicamente, sino a través de una carta certificada dirigida a Lion y Olivia. Un sobre grueso, papel de calidad. Dentro, una carta escrita a mano, con una caligrafía precisa y sin emociones.
“Lion y Olivia,
Me enteré por colegas de que la Fundación Aurora está nuevamente bajo estrés, esta vez de naturaleza distinta pero no menos traumática. El acoso cibernético y la intrusión psicológica pueden dejar cicatrices tan profundas como el fuego, aunque sean menos visibles.
Durante mi tiempo con ustedes, insistí en la importancia de abordar el trauma sistémico, no solo el individual. Quizás si hubieran escuchado entonces, estarían mejor equipados ahora.
No ofrezco mis servicios; sé que no los aceptarían. Pero sí una observación clínica: quienes se obsesionan con mapear a otros suelen estar perdidos en su propio laberinto. El cartógrafo necesita su mapa más que ustedes. Encuentren por qué, y encontrarán su centro de gravedad.
Con cierta ironía,
Anya Petrova”
La carta circuló entre el eq