La respuesta de Clara al Cartógrafo abrió una nueva fase en el conflicto, una extraña y tensa comunicación que Samuel supervisaba como un maestro de ajedrez observando una partida por poderes. No hubo respuesta inmediata al correo de Clara. El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier palabra; era el silencio del cazador reconsiderando a su presa, del jugador recalculando sus movimientos.
Clara, por su parte, se sumergió en su tarea con una determinación metódica que hubiera hecho sonreír a Samuel de no ser por la gravedad del contexto. Revisó meticulosamente las grabaciones de los días de lluvia de los últimos dos meses. Londres, siendo Londres, ofrecía abundante material. Descubrió que el sistema de cámaras externas tenía un punto ciego parcial los días de precipitación intensa: una cámara clave en la esquina noroeste sufría de condensación en el lente, creando un área borrosa que cubría aproximadamente cinco metros de acera.
—Es aquí— anunció Clara al tercer día de búsque