El invierno se instaló sobre Londres, pero dentro de la Fundación Aurora, un nuevo tipo de calor se generaba: el de la colaboración a escala nacional. La iniciativa "Comunidades Sostenibles" había echado a andar, y el edificio, antaño un refugio íntimo, se había convertido en un vibrante centro de formación. Los primeros grupos de líderes comunitarios, arquitectos sociales y activistas urbanos llegaban de todas partes del país, sus maletas llenas no solo de ropa, sino de esperanzas y de las problemáticas específicas de sus comunidades.
Lion, que una vez dirigía juntas directivas con una mirada gélida, ahora se encontraba facilitando talleres con sudaderas manchadas de tiza, dibujando diagramas en enormes pizarras blancas.
—No se trata de copiar lo que hicimos—explicaba a un grupo de veinte personas, cuyas edades y orígenes eran un mosaico de la propia Gran Bretaña—. Se trata de entender los principios. La transparencia no es una página web, es una actitud. La comunidad no es un grupo