La primavera regresó a Londres, y con ella, una cosecha de cambios tangibles. Los frutos de la iniciativa "Comunidades Sostenibles" comenzaron a brotar en rincones diversos del país, cada uno con la huella única de su comunidad, pero unidos por el sello distintivo de la metodología Aurora. En un barrio postindustrial de Birmingham, un antiguo almacén se transformaba en un taller de carpintería y música para jóvenes en riesgo de exclusión. En Cornualles, una granja comunitaria adoptó el sistema de transparencia radical, publicando cada libra gastada y cada kilo de alimento cosechado.
La Fundación Aurora original, lejos de quedar vacía o eclipsada, se había convertido en el corazón palpitante de esta red. Era el lugar al que los nuevos líderes volvían cuando enfrentaban obstáculos, no en busca de soluciones prefabricadas, sino de orientación y del recordatorio de su propio "porqué". Lion y Olivia ya no eran solo sus fundadores; se habían convertido en mentores, en faros de experiencia p