C12: Podrías pedirle el divorcio.

Sin esperar respuesta, la mujer se estiró y lo besó en los labios con familiaridad. Sin embargo, Raiden no respondió al beso, se mantuvo inmóvil, serio, y eso bastó para que ella, al separarse, percibiera la distancia.

—No te ves nada bien —observó, arqueando una ceja con un dejo de inquietud—. ¿Qué ocurre?

Raiden respiró con pesadez antes de contestar.

—Hola Astrid —saludó Raiden—. No… no estoy bien, en realidad —admitió al fin—. He tenido un problema con Charlenne.

—¿Un problema con Charlenne? —repitió, acercándose un poco más—. ¿Qué sucedió?

Raiden bajó la mirada un instante.

—Nos encontramos con Annika —expuso.

Astrid se quedó petrificada por un instante. Los labios se le entreabrieron sin emitir sonido alguno mientras sus ojos buscaban los de Raiden intentando asegurarse de haber escuchado bien. Poco después, se llevó una mano al pecho con un gesto involuntario, tratando de contener el sobresalto.

—No puede ser —murmuró—. ¿De verdad Annika apareció después de tanto tiempo?

—Así e
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