C19: En verdad lo siento mucho.
Al escuchar la voz de Annika, Leonhardt se detuvo en medio de la rutina que llevaba en la cocina, con los utensilios aún suspendidos por un instante en el aire mientras giraba lentamente para mirarla. Su mirada se posó en el moretón que surcaba el rostro de Annika, un hematoma oscuro que le punzó el corazón.
No era un dolor físico, sino un tormento emocional, porque Leonhardt no era alguien que disfrutara causarle daño a Annika; la adoraba con una devoción casi obsesiva, un amor que rayaba en la locura. Ver ese moretón era como recibir un golpe, una evidencia de que la vulnerabilidad de ella había sido lastimada, aunque su intención nunca hubiera sido lastimarla en sí, sino protegerla y mantenerla cerca.
Sus ojos recorrieron cada detalle de su rostro, captando la seriedad de su expresión, a lo que un escalofrío le recorrió la espalda; por un momento, Leonhardt sintió un atisbo de temor, una duda que apenas se atrevía a reconocer. A pesar de haber comprobado ya varias veces que sus mét