Capítulo 49. El arte de ganar
En el tribunal el aire acondicionado daba una sensación de refrigerador. Agradable ante el clima caluroso de afuera, pero el frío que recorría a los involucrados no tenía nada que ver con el clima.
Aquello era una batalla de egos, y Mauricio lo sabía muy bien.
Catalina Ribas entró con paso firme, impecable en un traje azul marino que irradiaba autoridad. No saludó a su exmarido. Ni siquiera lo miró.
Thomas ya estaba sentado en su lugar, y la señorita Jenny Torres (la niñera) estaba en la segunda fila —vestida de beige, discreta, según sus estándares, pues la minifalda dejaba ver la razón por la que el matrimonio Ribas terminaba. Nerviosa, miraba el reloj cada dos minutos.
Mauricio la esperaba en su lugar, traje oscuro, sonrisa contenida. El brillo en sus ojos era el de quien sabe que va a disfrutar su trabajo.
—¿Lista? —preguntó a Catalina cuando se sentó a su lado.
—Siempre. —Catalina ajustó su collar—. No pienso dejarle ni la camisa.
Mauricio sonrió de lado.