Capítulo 03. No quiero que se case, Señor
Cuando Mauricio colocó a Daniel en la alfombra de la sala del apartamento, el pequeño, aún con su dinosaurio de peluche en la mano, parloteó emocionado: —Papá, si hoy gana La Vinotinto, mañana compraremos ese cachorrito, ¿vale? El tío Andrés dijo que hay que sacarlo a pasear todos los días y alimentarlo con comida para perros... No respondió, simplemente se sentó en el sofá y miró a su hijo. Daniel, con un pijama azul de oso, el pelo un poco despeinado, los ojos brillantes al hablar, un parecido increíble con Verónica. De repente recordó cuando Verónica estaba embarazada, sentada en su pequeño apartamento alquilado, con los brazos apoyados en los suyos, diciendo: —Espero que el bebé tenga los ojos brillantes como tú. En aquel entonces, imaginaban que el futuro sería como pan recién horneado, calentito y fragante. —Papá, ¿por qué no me hablas? Daniel se subió a su regazo y le dio un golpecito en la barbilla con su dinosaurio de peluche. Mauricio recobró el se
Leer más