C109: Ningún hombre podrá acercarse a ti.
Vidal permaneció en silencio durante un largo minuto. El hecho de imaginar a Alaska en compañía de otro hombre le provocaba una punzada incómoda. No porque la amara; aquello era un hecho innegable: no la amaba. Su corazón pertenecía a otra, a Ámbar.
Sin embargo, Alaska poseía el mismo rostro que la mujer que él había amado de verdad, y esa semejanza lo atormentaba. Ver a Alaska con otro era como contemplar a Ámbar en brazos ajenos. Y aquella visión, incluso en su imaginación, lo desgarraba.
Vidal era un hombre egoísta. No amaba a Alaska, pero tampoco quería aceptar la idea de que ella perteneciera a alguien más. Aun así, era consciente de una realidad: si no se libraba de Alaska, si no la apartaba definitivamente de su vida, jamás recuperaría a la mujer que verdaderamente amaba.
Respiró hondo, alzó la mirada hacia ella y, finalmente, habló.
—Mira, Alaska… —dijo, midiendo cada palabra— puedes estar con el hombre que desees, puedes rehacer tu vida con quien se te antoje. Pero no mientr