Ecos en la Oscuridad
La madrugada se arrastró con lentitud, cargada de ruidos que no lograba ubicar del todo: crujidos en las paredes, un golpeteo suave en la ventana, el leve lamento del viento que se colaba entre las rendijas. Todo parecía amplificado en esa quietud tensa, como si la casa respirara.
Me levanté de la cama con cautela y caminé hacia el espejo que colgaba en la pared. Mi reflejo se veía pálido, con ojeras marcadas y los ojos demasiado brillantes. Pero había algo más, algo en el fondo de aquel reflejo que no encajaba.
Me acerqué hasta que mi aliento empañó el cristal. Mi reflejo sonrió. Yo no.
Retrocedí de golpe, con el corazón martillando en mis costillas, y el reflejo volvió a su lugar, imitándome como si nada hubiese pasado.
—Basta —susurré, con la voz temblorosa.
Me giré, dispuesto a regresar a la cama, cuando escuché un suave murmullo detrás de mí. Giré la cabeza hacia el espejo, y por un instante, creí ver una silueta detrás de mi reflejo. Un destello oscuro, com