Sofía
La lluvia ha cesado, pero el aire mantiene ese sabor metálico de la tormenta. En el pasillo, la luz pálida del amanecer estira las sombras hasta mis pies descalzos. Elio ya se aleja, su silueta recta y silenciosa es devorada por la escalera. Su "Ahora" resuena aún en mi pecho como un eco que me impide respirar con normalidad.
Cierro los ojos un instante. "Prepárate." Las palabras se repiten, se aferran a mi piel.
Me deslizo hacia la habitación. La ventana entreabierta deja pasar una corriente de aire fresco que levanta la fina caída de la cortina. Mi reflejo en el espejo me sorprende: el cabello alborotado, el vestido de lino aún marcado por el sueño. Si debo entrar en su mundo, no puedo ir así.
Abro el armario. Mis dedos deslizan sobre las telas, dudan, se detienen. Nada parece lo suficientemente... firme. Entonces, mi mirada se fija en un pantalón negro de corte limpio, una camisa crema con cuello de oficial. Me visto lentamente, cada gesto medido, como un ritual: abotonar, a