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Mundo ficciónIniciar sesiónLos tediosos rayos de luz invadieron la habitación, hacía mucha calor. Comenze a retorcerme por toda la cama pero fue justamente cuando sentí unos fuertes brazos rodeando toda mi cintura, entonces abrí los ojos de golpe y visualize a Sebastian quién estaba en un profundo sueño, su respiración era tranquila tan relajada que me hacía sentir bien.
Pude observar cada facción de su rostro sus pestañas eran largas y algo lacias, su nariz completamente fina y sin ninguna imperfección, en su mejilla derecha en la parte baja de encontraba una pequeña cicatriz como una ruedita era simplemente perfecto, y su cabello, su cabello era lo mejor que podía ver al despertar estaba completamente revuelto y alborotado eso de verdad lo hacía lucir tan jodidamente sexi. ¡Malditas hormonas deben de tranquilizarse!. Golpee a mí yo interno por tener esos pensamientos tan sucios.
–Buenos dias – abrió los ojos con muecas, su voz era ronca ¡Dios alejame de esta tentación por favor!. –Se que me observabas – sonrió con orgullo.
–Estas loco Carvajal – negué con la cabeza divertida.
–Pues tus mejillas dicen lo contrario – señaló mis mejillas y fue cuando empecé a sentir el calor en todo mi rostro.
–Acabo de despertar – trate de sonar obvia.
–Algo me dice que eso no tiene nada que ver – levantó las cejas con picardía.
–¿Cómo fue que terminamos así? – cambie esporádicamente de tema, señalando la pose en la que nos encontrábamos.
–Si te soy sincero, no tengo ni la más mínima idea – fingió inocencia.
–¿Así? – lo fulmine con la mirada de una manera amenazante.
–Si –
–Bien te creo – sonreí sin mostrar los dientes. –Bueno yo me voy a lavar el rostro y los dientes – dije incorporando me en la cama para después levantarme.
El solo asintió con la cabeza, me dirigí al baño y revise mi aspecto, que por cierto no había mejorado mucho mis ojeras seguían ahí aunque eran menos notables que la última vez que las vi.
Lave mis dientes y mi cara con abundante agua para tratar de verme mejor.Al salir del baño Sebastian estaba boca abajo dormido como un bebé decidí no despertarlo y salí de la habitación. Un olor a panqueques vino a mi nariz entonces como un correcaminos baje baje las escaleras para llegar a la cocina y valla sorpresa me lleve al ver a Nana con un plato servido de panqueques y unas fresas con chocolate, sonreí como niña pequeña al ver ese delicioso desayuno.
–Buenos días mi niña – saludo con sus calidas sonrisas. –¿ Sebastian aún duerme? – pregunto buscándolo con la mirada.
–Si el aún lo hace no quise despertarlo – me encogí de hombros.
Me senté en la barra que atravesaba la cocina del comedor y me dispuse a comer como vaca.
–¡Dios cariño te vas a atragantar! – dijo mi nana entre risas.
–Perdón – dije apenada.
–Hay cariño no tienes idea de cuánto te había extrañado – comenzó a acariciar mi cabello de forma maternal. –Y el mas – se refirió a Sebastian.
– Yo también los extrañe a ambos – dije con nostalgia.
–Y dime, ¿Dejaste a algún galán en Nueva York o hay algo que deba saber? – levantó ambas cejas esperando una respuesta.
–Pues en realidad nada interesante, hay muchos chicos lindos pero ninguno que llame mi atención como el – suspiré y nana entendió a quién me refería.
–¿Cómo quién? – una voz masculina se hizo notar en la conversación haciendo que yo me pusiese nerviosa.
–Am.. amm como amo las fresas – bien Lucia riegala más, mi nana se ahogó en una carcajada y Sebastian miraba confundido.
–Cosas de chicas Sebastian – mi nana me salvó esta vez, di un pequeño suspiro y le agradecí con la mirada.
–Bueno.. Lucia – Sebastian dirigió su mirada hacia mí. –Hoy arréglate iremos a hacer las compras al centro comercial esta semana me tocan a mí y quiero que me acompañes –
–Esta bien pero déjame ducharme – asentí con la mirada.
Sebastian estaba vestido con una camiseta negra sin mangas dejaba al descubierto sus perfectos brazos bien tornados y ejercitados, llevaba unos vaqueros de mezclilla y unas botas negras. Y de su cabello no hablemos.
Me levanté de la barra y subí prácticamente volando las escaleras, llegue a la habitación y puse a llenar la pequeña tina, con agua caliente, aliste la ropa que me pondría ese día para ir a comprar las cosas con Sebastian.
Puse un poco de música y bailaba por el pequeño baño, con la pequeña blusa de mi pijama y mis bragas. Toda felicidad se esfumó cuando un terrible dolor se hizo presente en mi vientre fue entonces cuando me percate de sangraba de mi feminidad.
Comenze a gritar desesperada y en un mal movimiento resbale golpeando todo mi cuerpo con la bañera.La puerta del baño se abrió de golpe, escuché los gritos de Nana, después sentí como Sebastian me tomaba entre sus brazos como un bebé y luego... Luego todo se volvió negro









