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Mundo ficciónIniciar sesiónUn olor a medicina y jabón para baños llegó a mi nariz todo era confuso mi cabeza dolía como si fuese a explotar, y mi cuerpo se sentía cansado lograba escuchar unas voces murmurando a lo lejos.
Lentamente abrí los ojos con pesadez y con dolor, enfrente de mi tenía a nada más y a nada menos a los rostros de mi nana y de Sebastian completamente preocupados y confundidos.–¡Cariño has despertado! – Nana empieza a acariciarme de la cara.
–Dios que bueno que estás bien – susurra Sebastian con alivio.
Justo en el momento en que me había incorporado para hablar con ellos dos, una mujer mayor vestida con una bata blanca entra a la habitación y en sus manos trae una tabla de metal con algunos documentos nos mira a todos con una cara sería pero amable.
–Soy la doctora Michaels, mucho gusto – saluda a todos con la mirada. – Soy quién se encargó de realizarle los estudios a la señorita...
–Lucia, Lucia Montenaro – respondo con voz apagada.
–Bien señorita Montenaro le realizamos estudios por el sangrado y como supongo usted ya sabía su embarazo era de 5 semanas apenas – Nana y Sebastian abren los ojos como platos al escuchar esas palabras mientras que yo solo me limito a asentir con la cabeza avergonzada. –Su embarazo era de riesgo y lamentablemente no tenía buena alimentación, tuvo un aborto espontáneo no pudimos hacer nada para salvar al feto lo lamento. –
Bajo la mirada y un par de lágrimas traicioneras se escapan de mis ojos, perdí a mi bebé aunque siendo sinceros el no tenía un buen futuro a mi lado.
–Gracias doctora Michaels – digo con la voz quebrada.
–Hoy mismo te podrás marchar pero debes de mantenerte en reposo por lo menos tres días y debes de comer sanamente – sentenció.
–De eso me voy a encargar yo – susurro Nana.
–Bueno yo me retiro, hasta luego señorita Lucia – sonrió de manera amable y se retiro del cuarto.
Sebastian y Nana me miraban esperando una explicación de mi parte pero me sentía tan terrible como para hablar acerca del tema solo quería llorar y estar sola, mis padres me habían apoyado con la noticia del bebé y ahora que lo perdí se sentirían tan mal y todo fue por mí culpa, todo fue mi jodida culpa.
–Lucia... Entendemos si no quieres hablar pero por qué no nos contaste nada? – hablo mi nana preocupada.
–No le Vi importancia – baje la mirada.
–Hay cariño todo lo que tenga que ver contigo es importante – mi nana se acercó y me abrazó fue cuando me rompí por completo, empecé a llorar como cuando un niño pierde su juguete favorito en los brazos de su madre. –Todo está bien cariño todo estará bien – susurro mi nana para tranquilizarme.
–Nada está bien – dije en un sollozo.
Nos separamos después de varios minutos y por fin Vi a Sebastian quién no se había movido de enfrente de la cama, estaba cruzado de brazos con una mirada fija en algún punto del lugar era una mirada perdida, seria, decepcionada no sabía cómo explicar lo que su rostro reflejaba en ese momento.
Por la tarde me dieron de alta el camino del hospital a la casa fue un silencio incómodo y extraño, Sebastian no me había dirigido la palabra en todo el día y mi nana solo me sonreía con cariño ella sabía lo que era perder un hijo, pues cuando era joven perdió a su único hijo y con ello la esperanza de poder tener otro, tiempo después decidió adoptar a Sebastian ya que según ella ya estaba muy vieja, Sebastian era un bebé cuando llego a la vida de mi nana y siempre se han visto como una madre y un hijo de sangre aunque legalmente no lo sean.
–Llegamos – la voz de Nana me saco de mis pensamientos. – Sebastian sube a Lucía a la recamara por favor – ordenó al castaño.
Sebastian abrió la puerta tercera de la camioneta y me cargó en sus brazos como lo había hecho anteriormente, al llegar al cuarto me coloco sobre la cama cuidadosamente sin decir todavía una sola palabra.
–Gracias – esbocé una pequeña sonrisa.
–De que – respondió seco. Iba a salir del cuarto pero algo lo detuvo se acercó de nuevo a la cama y con velocidad se sentó a un costado mío. –Lucia como es que estabas embarazada y de quién? – sus palabras fueron directas y dieron justo donde quería.
–Y..yo.. yo no sé cómo estás explicártelo – dije con un hilo de voz. –Estas molesto por eso? – bajo mi mirada.
–No exactamente – se levanta de la cama y sale de la habitación.
¡Pero que bipolar! Me hice bolita en la cama abrazando la almohada y comenze a llorar sin consuelo, parecia una regadera empapaba toda la almohada con mis lágrimas y me odiaba por eso, me odiaba por ser tan débil, por ser tan estúpida nada de esto hubiese pasado si yo no me hubiera metido con el tipo equivocado, si yo no hubiese sido tan ciega.
En un momento desconocido sentí como mi cuerpo se rendia y con ello cai profundamente dormida...









