El tiempo transcurre de forma insoportable. Aunque somos hombres pacientes, dos horas de espera es demasiado. Alexei, Roman, Leon y Sergei también sienten la incomodidad de la demora, aunque intentan disimularlo. Estamos sentados con las piernas abiertas y los brazos cruzados, listos para levantarnos y exigir que nos entreguen a Natalia.
No tuvimos tiempo de comprar trajes nuevos para la ocasión ni de planear demasiados detalles, solo nos aseguramos de que todo lo esencial estuviera listo para la vinculación. Vestimos los trajes oficiales de la Nación, los mismos que solo usamos en ceremonias especiales. También adquirimos el vestido de novia de Natalia, sus joyas y realizamos la reservación en el hotel donde se llevaría a cabo la ceremonia de consumación. Lo más importante estaba cubierto. Solo faltaba ella, pero la demora me exaspera. Aprieto los dientes mientras observo al supervisor del programa de vinculación, quien finge tranquilidad, pero su incomodidad es evidente. Trata de di