Mis pasos resuenan suavemente contra el suelo mientras camino hacia el altar. Mi vestido se desliza con cada movimiento, pero apenas lo siento. Todo mi foco está en ellos. Mi corazón late con fuerza, un torbellino de ansiedad y resignación que se aprieta en mi pecho.
La frase dorada «Ceremonia de Vinculación» brilla con un calor etéreo en el centro del arco floral. La cortina de luces ilumina cada pétalo blanco, creando una atmósfera solemne. Las mesas de cristal con bases doradas reflejan el esplendor a nuestro alrededor, y entre las decoraciones reposa en silencio la palabra «Para siempre», recordatorio de la inevitabilidad de esta unión.
Delante del oficiante, alineados con imponente solemnidad, están ellos. No necesito alzar demasiado la mirada para sentir la intensidad de su presencia. El uniforme negro que visten acentúa su porte marcial, y los detalles dorados reflejan la luz de la sala, haciéndolos parecer figuras esculpidas en obsidiana.
Pavel, en el centro, ocupa el primer p