He escuchado —en las pocas ocasiones que he visto a mis padres— que piensan que Natalia, Isabella y yo somos una abominación. Dos de ellos creen que podríamos tener alguna habilidad sobrehumana, una anomalía en nuestros genes. Los otros descartan la posibilidad por completo, convencidos de que solo los hombres heredaron esa condición de sus ancestros, quienes adquirieron sus habilidades tras un accidente biológico ocurrido hace más de cien años. A veces me pregunto si por eso crecimos encerradas. Si nos veían como un error. Como algo raro.
También escuche que están molestos con Natalia. No les gusto enterarse que se vinculó con un clan compuesto totalmente por inquisidores sin pedirles permiso primero. Lo consideran una falta imperdonable. Pero, contradictoriamente, reconocen también que ha sabido mantenerse al margen de los problemas. Que tal vez, solo tal vez, algún día Isabella y y yo también podamos marcharnos.
Y eso... eso me entristece. Porque en el fondo siento que no nos quier