Capítulo 80. El Ruido Vacío de la Victoria.
La celebración se desbordaba en el lobby del hotel de Estoril, un torbellino de cristal, luces de chandeliers y el ruido tintineante de las copas de champán. El aire estaba saturado del aroma de perfumes costosos y éxito fugaz.
Ramiro estaba en el centro, atrapado en el ojo del huracán. Sonreía, estrechaba manos y respondía a preguntas repetitivas sobre su hombro. Lo rodeaban los agentes de prensa, los representantes de los patrocinadores que habían apostado por su regreso y las modelos contratadas para añadir brillo a la escena.
Se sentía completamente ajeno a todo. La fastuosidad del ambiente, el éxito prefabricado, contrastaba de forma dolorosa con la crudeza de su entrenamiento con Kaiser; contrastaba con la arcilla, el sudor, y la soledad de su promesa. Él había ganado en la cancha; ellos celebraban la cifra potencial de mercado. El vacío era ensordecedor.
Se escabulló hacia un rincón oscuro, cerca de una columna de mármol, buscando un momento para respirar. En ese instante, Wolf