Capítulo 74. El Eco de la Carta
Un mes. Treinta días habían transcurrido desde el despertar y la subsiguiente crisis de Aura. Físicamente, Aura tuvo que reaprender la rutina. El tobillo fracturado y las lesiones musculares por la brutal agresión la obligaron a usar una férula inmovilizadora. Los fisioterapeutas comenzaron el trabajo con movimientos mínimos, despertando músculos que se habían atrofiado en el coma. Cada sesión era agotadora, y Aura, por naturaleza enérgica, se sentía humillada por la dependencia.
—Siento que mi cuerpo no me pertenece —confesó un día a León, con la voz apenas audible.
—Te pertenece más que nunca. Y vamos a reclamarlo —respondió él, sentándose a su lado y tomándole la mano.
La recuperación más difícil fue la mental. Aunque el coma había borrado los detalles inmediatos del ataque, había dejado ecos aterradores. La psicóloga del hospital, la Dra. Castro, dedicaba largas horas a trabajar con ella.
Finalmente, un mes después del despertar, llegó el día.
El Dr. Kaled entró en la habitación