Capítulo 59. En el limbo.
Marco había dispuesto todo con la eficiencia despiadada que lo caracterizaba. Un equipo de paramédicos privados, vestidos discretamente de civiles, había llegado al apartamento minutos después de que Ramiro diera la orden. Elvira fue examinada, recibiendo una inyección de un sedante suave para calmar el temblor incontrolable de sus manos.
Ahora, Elvira no se encontraba en el hospital; estaba en el refugio más seguro que Ramiro poseía, su lujoso apartamento en los pisos superiores de la Torre Aurum.
La mujer yacía en una cama que se hundía como una nube, envuelta en sábanas de seda. La vista desde el ventanal, un mosaico brillante de la ciudad nocturna, era abrumadora. El contraste entre la sencillez del apartamento de Aura y esta opulencia la hacía sentir incómoda y aterrada.
Una enfermera de turno, vestida con un uniforme blanco inmaculado, permanecía sentada en un sillón a cierta distancia.
—Señora Elvira, el doctor revisó sus signos vitales y la herida de su frente. Solo fue un gol