Capítulo 53. Búsqueda en el Infierno de Neón
Ramiro aceleró el potente motor por las calles, las luces estroboscópicas de los vehículos de emergencia ya teñían de rojo y azul el horizonte nocturno. Había sentido una punzada helada al oír la sirena, y esa punzada se convirtió en un pánico ciego cuando vio la columna de humo negro elevándose contra la luna: El Oráculo.
Cuando llegó el coche apenas pudo frenar. Lo que antes era un club nocturno vibrante, envuelto en un aura de neón y decadencia glamorosa, era ahora una pesadilla ardiente.
El rugido del fuego había dado paso al grito gutural de las sirenas. El edificio seguía vomitando humo denso y ceniza incandescente. Los bomberos, figuras sombrías bajo sus cascos, luchaban contra las llamas que lamían el tejado destrozado. La escena era de caos organizado: mangueras que serpenteaban como serpientes plateadas sobre el asfalto mojado, paramédicos atendiendo a heridos en camillas improvisadas, y una barrera policial conteniendo a la multitud de curiosos y sobrevivientes.
Ramiro no v