Capítulo 52. El Fuego del Oráculo
El rugido de la multitud alcanzó su pico. Vesper, encaramada a dos metros del suelo, ejecutaba una "Cruz Invertida", preparándose para un descenso controlado. Era el truco más arriesgado, el que siempre desataba el aplauso más salvaje.
En ese instante, en las sombras detrás de las cortinas del escenario, Kiara soltó una carcajada silenciosa y malévola. Había conseguido acceso al pequeño almacén de utilería adyacente al escenario. Vestida con una holgada sudadera negra y gorra , se movió con la eficiencia de un fantasma. Aprovechando que los potentes focos de luz estaban enloquecidos, siguiendo el giro de Vesper en el aire y cegando temporalmente al público, Kiara se deslizó hasta el borde ciego del escenario, protegida por la penumbra y el estruendo de los altavoces. Su mano enguantada vertió el aceite sintético, altamente inflamable, sobre una sección del tubo y el área circundante del escenario. Nadie, con la mirada clavada en la cima del cromo, notó el brillo fugaz del líquido.
Ves