Capítulo 28. La señal silenciosa
Vesper estaba en la cúspide de su actuación, su cuerpo trazando espirales perfectas alrededor del mástil. Sus movimientos, que antes habían sido explosivos y acrobáticos, se tornaron ahora lentos, centrados en una sensualidad profunda y terrenal. La música, una mezcla de violín y ritmo electrónico, invitaba a la inmersión total.
Fue en medio de un lento y calculado descenso, donde su cuerpo se deslizó por el tubo con una fluidez acuática, que su mirada escaneó la penumbra. Buscaba confirmar una sensación, un escalofrío que le había recorrido la nuca desde que la interrupción del borracho rompió la atmósfera.
Entonces lo vio. Ramiro.
Estaba sentado en el palco VIP, ese rincón oscuro que servía de escondite para los más poderosos. Su postura era tensa, sus ojos fijos, casi devorándola. A su lado, la figura imponente del hombre que lo acompañaba no le era familiar, pero su corpulencia y su traje impecable gritaban "seguridad personal de alto nivel".
Una punzada fría la recorrió.
Su mente