Capítulo 91. El juramento blanco
Dante
Entro con las botas limpias de la guerra y el traje apretado como un segundo pellejo. La nave huele a cera, madera y a la respiración de la gente que viene a vernos convertir un rito en un juramento. No hay fanfarrias grandilocuentes. No permito que las flores tapen la verdad. Las flores son decorado; el juramento, corazón.
La luz que entra por los vitrales es blanca y cortada. Cae en hilos sobre los bancos, sobre las manos enlazadas, sobre su cara. Veo a Alessia desde la distancia y todo se detiene: el mundo entero se pone en pausa para que yo lea su figura.
Está más pequeña que las fotos, y más inmensa que los discursos. El vestido le cae con una costura que parece hecha para contenerla. Hay en su semblante una calma que solo tienen los que ya han decidido no ceder.
Camino. Mis pasos son medidos. Siento las miradas en la espalda; sé que algunas pesan como juez. Las cámaras están fuera, como perros amaestrados; la ciudad afuera mira, espera la imagen que luego repetirá hasta cr