Capítulo 23. La máscara del poder
La sala principal del Palazzo Ferretti está iluminada como si la noche hubiera decidido ceder el trono. Arañas de cristal derraman ríos de luz dorada sobre mármol bruñido, copas de champaña y trajes oscuros. Aquí no se reúnen familias; se exhiben imperios.
Camino con Alessia a mi lado. Ella viste de negro, un vestido de líneas limpias, sin excesos, pero su porte eclipsa a cualquiera. Está hermosa realmente. No necesita joyas: su mirada basta. La sala se abre como mar ante nosotros. Los murmullos se multiplican.
—Ya saben —murmura Enzo detrás de mí—. La ciudad habla antes de que abras la boca.
—Que hablen —respondo—. Quiero que lo hagan.
Alessia no sonríe. Su rostro es una escultura de fuego contenido. Pero siento la tensión en sus dedos cuando mi mano roza apenas su espalda. Una invitación muda: no estás sola. Ella no se aparta.
Al llegar al centro de la sala, levanto la copa. Las conversaciones se quiebran en un silencio expectante.
—Esta noche no celebramos un contrato. Celebramos u