Morgan
—No es necesario —la voz de Stefan cortó la conversación con un filo que podría haber atravesado el acero—. Yo mismo la llevaré.
El peso de su declaración hizo que Bianca se removiera incómoda en su asiento y que Nikolai presionara los labios en una línea tensa. Pero mi reacción fue muy diferente.
—¿Perdón? —exclamé, mi tono incrédulo dejando claro que no iba a dejar que Stefan tomara decisiones por mí. Otra vez.
—Dije que yo te llevaré, Morgan. —Su mirada se clavó en la mía, implacable y desafiante. Como si ya hubiera decidido que no había espacio para la discusión.
—Qué considerado de tu parte, pero ya tengo un conductor perfectamente capaz. —Giré mi rostro hacia Nikolai, intentando ignorar la furia contenida en la expresión de Stefan—. ¿Vamos?
—Morgan, no voy a repetírtelo —insistió Stefan, su voz baja pero cargada de autoridad. Esa que tanto le gustaba imponer.
—Ah, claro, porque la última vez que lo comprobé, tú decidías absolutamente todo por mí, ¿verdad? —respondí