Narrado por Mery
Esa noche fue lo peor para mí... una pesadilla que no parecía tener fin.
Al día siguiente, Nana me ayudó a vestirme. El vestido de novia que llevaba puesto no era elección mía… había sido escogido por el mismísimo Mathew. Era blanco, con encajes delicados y un velo largo que cubría hasta la cintura. Perfecto para una boda soñada... pero para mí era una maldición envuelta en tul.
Después de varias horas, Nana terminó de arreglarme. Se apartó lentamente, y suspiró con tristeza al mirarme en el espejo.
—Sé que esto es lo que toda mujer desea, Mery… —susurró con voz temblorosa—, pero para ti, esto es una condena.
Yo también lo sabía. Lo sentía en lo más profundo de mi alma. Al mirar mi reflejo, no vi a una novia feliz. Vi a una prisionera, adornada para su propio sacrificio. Justo en ese instante, vi sobre la cómoda una fotografía… era la que Julián me había tomado aquella noche en el mirador. Estaba sonriendo en esa imagen, libre, viva, con esperanza… algo que ya no sent