Sentía que mi corazón quería salirse del pecho. El ambiente se volvía cada vez más sofocante y, en solo unos minutos, sentí las miradas de todos en esa mansión. Mi vida corría peligro. Sería débil si volviera a caer en este ridículo juego. Al escucharlo, negué con la cabeza y alzando la voz grité:
—¡PREFIERO MORIR ANTES QUE SER TU MUJER, ¿ENTIENDES?! ¡Jamás permitiré que me toques! Solo de pensarlo me dan ganas de vomitar —lo miré fijamente—. No soy una asesina, pero podría serlo. No tengo nada que perder…
En ese momento noté que los hombres de negro sacaron sus pistolas y me apuntaron sin perderme de vista. Mathew comenzó a aplaudir mientras alzaba la voz:
—¡BAJEN LAS ARMAS! ¿NO VEN QUE ELLA SERÁ SU FUTURA SEÑORA?
Lo dijo con tono burlón. Mis manos comenzaron a temblar. Me dejé llevar por la adrenalina y traté de disparar, pero por alguna razón extraña el arma no funcionó. Una risa invadió mis oídos... ¿todos estaban riendo? Mathew me miraba divertido mientras silbaba y movía su pie.