Mateo miraba a Rocío fijamente, las palabras de ella no dejaban de retumbar en su mente y permaneció en silencio por varios minutos.
—¿Lo ves? Cualquiera saldría huyendo al saber esto, no te culpo. Me siento tranquila al saber que finalmente has desistido de querer entrar en mi vida de una manera romántica, eres un gran hombre y estoy segura de que vas a encontrar a una mujer que se encuentre a tu altura.
—Ya la encontré y esa mujer eres tú —las palabras de Mateo fueron totalmente sinceras —. Si me he quedado callado es porque tengo tantas preguntas por hacerte y sé bien que no vas a responder a ninguna de ellas.
—Entre menos sepas es mejor —los ojos de Rocío vieron triste a Mateo y luego bajó la mirada —. Pensé que ibas a desistir de querer entrar en mi vida como algo más que mi jefe, ya decía yo que era demasiado bueno para ser verdad.
—Entiende que no me voy a espantar, si algo he aprendido con el tiempo es que el dinero te da poder y créeme cuando te digo que de ese tengo demasiad