Zayd se quedó a solas con ella cuando Gianluca fue llevado a su habitación. Se sentó despacio junto a su cama, como si tuviera miedo de romperla con solo acercarse.
—Quise hacerlo yo —dijo, mirando al suelo—. Pero Pelin no me dejó. Mi sistema, mi cuerpo, todo… no era el adecuado.
Kany no respondió.
—Él fue más fuerte —continuó—. Más valiente. Más libre para hacerlo.
Ella cerró los ojos.
—No quiero comparar a nadie —susurró—. Estoy cansada de elegir entre dos hombres buenos.
Zayd la miró. Se inclinó. Le acarició la frente con una delicadeza que le partió el alma.
—No tienes que elegir. No ahora. Ni mañana. Solo… vive. Quédate. Eso es todo lo que quiero.
Ella lo tomó de la mano. Fue un gesto pequeño, pero más íntimo que cualquier promesa.
Gianluca volvió a su silla junto a la cama. Se acomodó como pudo. Estaba pálido, agotado, pero con una sonrisa a pesar de todo lo que había pasado.
—No tenías que hacerlo —le dijo ella, apenas audiblemente.
—Claro que sí —respondió él—. Cuando amas a a