Su padre lo miraba con decepción silenciosa. Rocío, con dolor. Maryam evitaba el tema. El único que no lo juzgaba era Armin, su abuelo político, que simplemente un día le dijo:
—¿Sabes? He estado pensando mucho en las cosas que están pasando en estos momentos, ahora con un poco más de tranquilidad. Creo que estamos cometiendo un error, debes ir a buscar a Kany porque si ella muere no quiero que tu último recuerdo sea estar viéndola a través de una foto.
Zayd no respondió. No podía.
En una nueva visita al hospital, Pelin hizo una ecografía larga, minuciosa. El bebé estaba sano, con peso normal, y el corazón fuerte. Kany sonrió por dentro al escuchar ese ritmo perfecto.
—Es increíble… —dijo Pelin, sin disimular la emoción—. Está resistiendo contigo. Como si supiera que tiene que aguantar un poco más.
—Él me está salvando a mí —susurró Kany.
—¿Sabes que ya estamos entrando a una zona crítica?
Kany asintió. Pelin la miró a los ojos.
—Si las cosas se complican, ¿Quieres que prioricemos al