El equipo médico acababa de terminar una batería de exámenes. Kany estaba débil, con fiebre intermitente y color amarillento en la piel. Su cuerpo no respondía como se esperaba a las inyecciones de células madre. La mejora había sido temporal… y ahora, el declive era evidente.
Pelin, con los resultados en mano, citó a Zayd y a Kany a una reunión reservada.
Zayd llegó primero, con el rostro tenso y ojeras profundas. Kany entró empujada en silla de ruedas por Gianluca, que no se despegaba de ella.
Pelin cerró la puerta. No hubo introducciones suaves.
—Necesitamos actuar ya —dijo, con su voz firme y empática—. El hígado de Kany está muy dañado. El tratamiento con células madre no está siendo suficiente. La función hepática está colapsando.
El silencio fue absoluto.
—¿Qué significa eso exactamente? —preguntó Zayd, cruzando los brazos, como si se estuviera preparando para el golpe.
—Significa que necesita un trasplante parcial. Un donante vivo, compatible. Y necesita operarse pronto. Antes