Capítulo 23. La máscara de Jason.
Marco sabía que la constancia era la mejor arma para ganarse la confianza de Lidia. Por eso no la buscaba con desesperación, sino con gestos calculados. Cada día se inventaba una excusa distinta para aparecer en su camino.
El viernes por la tarde se presentó en la clínica odontológica al final de la jornada con una caja de galletas de fresa, diciendo que eran las favoritas de su hijo Matthew. Ella se rió, aceptándolas con una mezcla de sorpresa y ternura. Pensó que la casualidad de que al hijo del hombre le gustaran las mismas galletas que a ella era una señal.
El sábado la convenció de acompañarlo a un bar del centro por la noche. Allí bailaron entre risas mientras él se mostraba como un hombre encantador. Algo torpe con los pasos del baile, pero hábil en las palabras.
Lidia terminó con las mejillas coloradas y una sensación de ligereza que hacía tiempo no experimentaba, compartiendo besos apasionados con él y caricias atrevidas antes de regresar a su casa.
El domingo fue el golpe ma